En nuestro país, se registró el primer caso de COVID-19 el 27 de febrero 2020, por lo que seguramente tú o alguno de los integrantes de tu familia o amigos y conocidos, ya han padecido de esta enfermedad generada por este microorganismo. Pero sí conoces a alguien a quien no ha dado positivo todavía a este problema de salud, hay algunas respuestas científicas ante ello:
Aislamiento
Puede ser que la persona aún no ha estado en contacto con el virus, la suerte de la probabilidad ha estado de su lado y aún después de dos años, su cuerpo no se ha relacionado con esta partícula infecciosa.
Los adultos mayores son un sector que por tener enfermedades crónicas, han prevenido más y se han olvidado de las relaciones sociales para no exponerse a enfermarse por COVID-19.
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Asimismo, hay personas que aunque han estado socializando con otras, ya sea por su trabajo o por otras circunstancias, no se han contagiado porque han seguido las reglas básicas de prevención, sumado a la suerte de la probabilidad, a pesar del alto nivel de transmisión del virus.
Vacunación
Con la llegada de la vacunación a la mayoría de las personas, en casi todos los grupos de edad en México, se ha reducido el riesgo de transmisión doméstica.
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Hemos adquirido anticuerpos a través de la inoculación para prevenir COVID-19, estos atacan al virus en cuanto llegan a nuestro cuerpo, lo que ha dificultado a que la infección crezca en la población.
Las vacunas han reducido el riesgo de enfermedad grave, pero también han ayudado a que podamos convivir y socializar, gracias a que reduce la transmisión, aún cuando una persona está infectada. La variante Ómicron alteró un poco los datos de transmisión del virus aún con vacunación.
Sistema Inmune
Otra posibilidad es que tú sistema inmune ha evitado que te contagies. Estas personas han estado expuestas al virus, pero este no ha llegado a infectarlas a pesar de haber entrado a las vías respiratorias.
El sistema inmune genera una respuesta inmunitaria pronta puede hacer que el virus no se replique en gran cantidad, aunque cada cuerpo es diferente y esa eficacia cambia.
El sistema inmune se debilita con la edad, pero si llevamos un estilo de vida saludable, le ayudamos a nuestro cuerpo a mantenerse en forma.
Los estudios han arrojado que la deficiencia de vitamina D, que produce la piel al exponerse a los rayos del sol, puede aumentar el riesgo de ciertas infecciones.
No dormir lo suficiente puede provocar que nuestro cuerpo no pueda luchar contra los patógenos invasores.
La inmunidad no solo la creamos a partir de nuestro estilo de vida, también hay factores genéticos que entran en el juego. los científicos que estudian las causas del COVID han identificado una causa genética en uno de cada cinco casos críticos; la genética influye en la gravedad de la enfermedad, pero también puede ser clave a la hora de evitar la infección del virus.
Infección previa del virus
Una infección con otro tipo de coronavirus ha provocado inmunidad de reacción cruzada, dicho de esta manera por los científicos. Nuestro sistema inmune es capaz de reconocer que el virus que causa el COVID-19 y eso activa una respuesta inmunitaria.