En la UNAM, un grupo de científicos trabaja en la detección temprana del cáncer, padecimiento que cada año provoca la muerte de 9.6 millones de personas en el mundo. Se estima que es la segunda causa de fallecimientos en el orbe, y 65 por ciento de ellos ocurre en países de ingresos medios y bajos.
En el Laboratorio Nacional en Salud de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, dedicado al diagnóstico molecular y efecto ambiental en enfermedades crónico-degenerativas, los expertos universitarios, en colaboración con diversos hospitales públicos del sector salud, utilizan muestras sanguíneas de pacientes con cáncer, que analizan para identificar marcadores genéticos tempranos.
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— UNAM (@UNAM_MX) February 3, 2020
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En ocasión del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora este 4 de febrero, Felipe Vaca Paniagua, investigador de la FES y participante del Laboratorio, indicó que entre 10 y 15 por ciento de los casos se debe a causas genéticas, y ellos trabajan en sus etapas tempranas, incluso antes de que se exprese la enfermedad".
Según la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC), la organización mundial más grande y antigua contra esta patología, es posible evitar al menos un tercio de los cánceres, y se podrían salvar hasta 3.7 millones de vidas al año con estrategias de prevención, detección temprana y tratamientos adecuados.
El universitario explicó que además de la detección temprana, es importante ubicar lo más pronto posible los casos de recurrencia, idealmente en su fase asintomática, para generar un tratamiento adecuado y oportuno que lleve a la cura.
En esta área concentran sus esfuerzos Vaca y colaboradores para desarrollar nuevas herramientas diagnósticas a nivel genético y molecular, pues los principales problemas son la falta de detección a tiempo de los tumores; la falta de pruebas específicas, poco invasivas y de alta certeza; de biomarcadores certeros y de marcadores genéticos que pudieran ser predictivos del desarrollo y de la respuesta a tratamientos.
"Ubicamos qué pacientes tienen una alteración genética hereditaria y les hacemos una prueba de secuenciación genética, de un panel amplio de 143 genes, e interpretamos los resultados", detalló.
De esos 143 genes, 11 son muy importantes en el riesgo de desarrollar cáncer; de los demás aún se desconoce a fondo cuál es su papel, pero son estudiados porque eventualmente se definirá su implicación en la enfermedad.
"Una vez hecho el análisis e identificada una alteración genética patogénica, es confirmada con diferentes tecnologías. El paciente tiene dos beneficios: evitar la recurrencia de la enfermedad y hacer una búsqueda dirigida de tumores adicionales", expuso.
Recientemente, Vaca y su grupo publicaron dos artículos científicos relevantes. El primero (2018) caracterizó más de 300 mujeres con cáncer de mama y hallaron que tienen 23 genes alterados. El segundo (2019) es un estudio realizado en cinco países de América Latina (Colombia, Argentina, Perú, Guatemala y México) para estudiar el componente genético a nivel regional.
El cáncer se presenta cuando los cambios que se producen en un grupo de células normales del organismo generan un crecimiento anómalo e incontrolado, que da lugar a un bulto llamado tumor; esto ocurre con todos los cánceres, excepto en la leucemia (cáncer de la sangre).
Si no se tratan, los tumores pueden crecer y diseminarse por el tejido normal circundante o a otras partes del organismo, a través de la corriente sanguínea y el sistema linfático, y afectar a los aparatos digestivo y circulatorio, así como al sistema nervioso, o liberar hormonas que podrían afectar las funciones del organismo.
"Es una enfermedad causada por alteraciones genéticas que se acumulan a lo largo de años o décadas y provocan cambios en el metabolismo de las células. Esto se refleja en una mayor proliferación celular y en una reducción de la muerte celular, y en las últimas etapas de la enfermedad estas células se vuelven invasoras, en un proceso conocido como metástasis", puntualizó Vaca Paniagua.
El Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora desde el año 2000, es una iniciativa de la UICC, en el marco de la Cumbre Mundial contra el Cáncer para el Nuevo Milenio, celebrada en París.
"Una de las acciones más importantes es crear conciencia entre la población, pues también hay factores ambientales de riesgo, como la mala alimentación, sobrepeso y obesidad, falta de ejercicio físico y consumo de alcohol y tabaco", concluyó el universitario.