México ocupa el primer lugar en consumo per cápita de agua embotellada en el mundo, con un promedio de 390 litros por persona al año, resaltó la doctora Delia Montero Contreras, investigadora del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La compra elevada del producto se deriva de la "incertidumbre" sobre la calidad del líquido que llega a los hogares, por lo que esta industria es la de mayor crecimiento en el sector de bebidas.
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En su libro Instituciones y actores. Un enfoque para entender el consumo de agua embotellada en México, la experta resalta que el consumo de agua embotellada empezó a crecer después del temblor del 19 de septiembre de 1985, cuando se vieron afectadas tuberías y aumentaron las dudas sobre la calidad del recurso, hasta verse modificados los hábitos, lo que originó un fenómeno que se expandió por el país en 30 años.
La académica del área Economía Institucional, Estado y Gestión Social dijo que en una encuesta levantada en 2011 en la Ciudad de México por un grupo multidisciplinario de Ciencias Básicas e Ingeniería, Ciencias Biológicas y de la Salud y de Ciencias Sociales y Humanidades de las unidades Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco de la UAM, el setenta por ciento los entrevistados tenía una "buena percepción de la calidad del agua de grifo", pero no la consumía por carecer de certidumbre sobre su pureza, aunque la única alcaldía que presentaba problemas serios de contaminación por detección de metales era Iztapalapa, mientras las otras 15 ofrecían líquido de buena calidad.
Aún cuando la Constitución garantiza a los mexicanos el derecho al agua potable apta para el consumo humano, ese principio básico y fundamental no está siendo garantizado por la Comisión Nacional del Agua y El Sistema de Aguas de la Ciudad de México, "debido a la serie de intereses y redes de corrupción en torno al manejo del recurso".
Los derechos de propiedad del agua están fuera de cualquier regulación, por ejemplo, hay permisos para bombear 300 metros cúbicos al día, pero no el control real de ello, lo que permite a las empresas sustraer mucho más de lo permitido, además no hay regulación de la publicidad de bebidas ni de purificadoras.
La experta sugirió enseñar a la población y, en especial a los niños, que el agua de la llave no es mala resultará vital para el futuro próximo, además deberá promoverse el uso de bebederos públicos y nuevas prácticas de reutilización y saneamiento del recurso.