En México, prácticamente detrás de todo animal involucrado en la dinámica turística hay maltrato que implica encierro, condicionamiento de alimentos, sobrealimentación y actos de violencia, alertó Álvaro López López, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
En zoológicos, acuarios, ferias turísticas, lugares de recreación y corridas de toros, está presente el abuso de diferentes especies. “Es necesario dejar de considerar como algo normal este proceder con el que los animales sufren”.
López explicó que los animales cuentan con un sistema nervioso central, al igual que los humanos, y por lo tanto experimentan dolor y bienestar; por ello, se debe cambiar el paradigma sobre prácticas que los involucran para atraer visitantes.
“Si asumimos que sienten y tienen derecho a vivir en el entorno que les corresponde, comenzaremos a cuestionar nuestras preferencias en cuanto a las actividades que realizamos para nuestro esparcimiento”.
Uno de los lugares donde más se observa esta situación son los zoológicos, que bajo el argumento de la protección y para evitar la extinción de ciertas especies, las mantienen confinadas en espacios reducidos, que además no corresponden a su hábitat natural.
Otro ejemplo son los acuarios y parques de diversiones; aquí, delfines, ballenas y focas viven en cautiverio y son ‘amaestrados’ para ser parte del espectáculo. “En la naturaleza hacen recorridos muy largos y mantenerlos en espacios cerrados les causa daños permanentes”. Además, adiestrarlos implica el condicionamiento de sus alimentos, que se traduce en un maltrato cotidiano.
En las ferias turísticas se llevan a cabo corridas de toros, donde es claro el sufrimiento al que son sometidos, y a pesar de haber diversos movimientos a nivel global para cancelarlas, aún son permitidas en España, México y otros países de América Latina, debido a los fuertes intereses económicos que hay detrás de ellas, enfatizó.
“También, en ferias es común el uso de ponis como carruseles, y los tienen dando vueltas todo el día para divertir a los niños. Otro ejemplo es el de los cabritos destinados a ser un platillo de gran demanda, pero no se difunde que se inhibe su desarrollo, se les mantiene en lugares pequeños y se evita que coman pastos; prácticamente se les alimenta sólo con leche para asegurar la supuesta calidad de la carne”, concluyó.