Investigadores de la Universidad de Texas crearon un dispositivo compuesto por un teléfono inteligente y una caja hecha de ladrillos lego, que servirá para detectar sustancias químicas peligrosas.
La nueva metodología combina un sensor químico con fotografía para detectar e identificar diferentes agentes denominados “nerviosos” (gases peligrosos), como las armas químicas que pueden causar enfermedades graves y la muerte, a veces en cuestión de minutos.
En un comunicado de la institución, el profesor de química, Eric Anslyn, indicó que ha estudiado ese tipo de agentes durante casi 20 años.
El especialista desarrolló compuestos químicos que neutralizan los agentes “nerviosos” y al mismo tiempo crean un brillo lo suficientemente potente para hacerlos visibles. “Las armas químicas son amenazas peligrosas para la humanidad; su detección y neutralización, son clave para salvar vidas”, afirmó.
Añadió que los sensores químicos generan fluorescencia, que es clave para el análisis, ya que los diferentes colores y el brillo pueden indicar qué agentes “nerviosos” están presentes y en qué cantidad.
Anslyn detalló que la cámara de un teléfono inteligente es lo suficientemente sensible para detectar las diferencias de color y brillo en la reacción brillante, por lo que decidió, junto con su equipo, usar un iPhone en el laboratorio.
Foto: Detector de gases químicos peligrosos / Universidad de Texas
El software fue desarrollado por el estudiante graduado Alexander Boulgakov y está disponible de forma gratuita en GitHub; analiza el color y el brillo para identificar el tipo y la concentración del agente nervioso. Además, se puede adaptar a múltiples sistemas de teléfonos inteligentes.
Los investigadores también necesitaban un espacio hermético para obtener una buena lectura en la cámara. Fue entonces cuando el profesor asistente clínico en la universidad, Pedro Metola, pensó en usar Legos.
Este desarrollo es económico, portátil y ajustable sobre la marcha, destacaron los expertos en el comunicado.
Video: Detector de gases químicos peligrosos por la Universidad de Texas