Cada año se registran más casos de cáncer de piel, que de mama, próstata, pulmón y colon “juntos”, alertó Rodrigo Roldán Marín, responsable de la Clínica de Oncodermatología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
A decir de Roldán Marín, tenemos prácticas que nos exponen a uno de los carcinógenos ambientales más importantes: la luz del Sol.
El asunto no es dejar de hacer vida al aire libre, sino tomar las precauciones debidas a fin de disminuir la posibilidad de desarrollar cáncer de piel, como usar gorras, sombrillas, prendas que cubran los brazos y aplicarse protector solar en las zonas expuestas, como rostro, cuello y manos, aclaró.
Cada año se detectan 16 mil nuevos casos de cáncer de piel en México; no obstante, carecemos de una cultura de la prevención y esto se debe a que se ha soslayado el impacto de la enfermedad, apuntó Roldán.
“El Sol provoca daños progresivos y acumulados y los rayos recibidos hoy tendrán repercusiones dos, tres o cuatro décadas después, por lo que deberíamos fomentar hábitos de protección entre los niños y enseñarles a usar bloqueador solar, así como les insistimos en lo necesario de lavarse los dientes tres veces al día para evitar caries”.
Para el profesor, es imperativo divulgar esta información, pues se sabe que el carcinoma basocelular es el cáncer más común entre los humanos —uno de cada cinco lo desarrollará—, “y si a esto sumamos que la piel es nuestro órgano más grande, es inexplicable que la tengamos tan olvidada y no le demos el suficiente cuidado”.
Fue hasta los años 70 cuando se determinó que la luz solar era la principal causante del cáncer de piel; desde entonces se ha avanzado mucho en este renglón. “Por ejemplo, hoy sabemos que el Sol produce tres tipos de radiación ultravioleta (UV): la C, aún filtrada por la capa de ozono; la B, responsable de las quemaduras solares, y la A, que por tener una longitud de onda más larga y menor cantidad de energía penetra más profundo, lastima y genera inmunosupresión en la dermis”, explicó Rodrigo Roldán.
Y en este casi medio siglo hemos avanzado mucho. Tan sólo basta recordar que en los años 80 el factor de protección solar (FPS) de los bloqueadores era de ocho y, si teníamos suerte, hallábamos de 10 (que es muy poco, el mínimo debería ser 30); en contraste, hoy podemos encontrar de 50+ en cualquier supermercado.
Asimismo, se han hecho muchos estudios sobre el tema, aunque la mayoría en Europa, Canadá y Estados Unidos, así que se sabe muy bien las características del cáncer de piel en personas de tez blanca; aún falta ahondar en qué pasa con poblaciones con otras características, agregó el dermatólogo.
A fin de ejemplificar alguna de estas discrepancias, Roldán expuso que Australia es el país con mayor incidencia de melanoma por estar en la zona geográfica más expuesta al Sol “y por ello se estima que un australiano puede generar entre tres y cuatro a lo largo de su vida y, sin embargo, sobrevivir. En contraste, es poco probable que un mexicano desarrolle uno, pero de hacerlo es muy factible que fallezca por esto. Ello tiene que ver con la genética y aunque no sabemos bien por qué, todo sugiere que la piel más oscura, aunque más protegida, si contrae cáncer lo hace en variantes más agresivas”.
Para el académico, esta es evidencia de que se requiere mayor investigación sobre cómo el cáncer de piel afecta a nuestra población, ya que por ser producto del mestizaje tiene una carga hereditaria muy compleja. “Un europeo blanco hace melanomas en zonas donde recibió quemaduras solares mientras que, entre los mexicanos, el 45 por ciento aparece en zonas no expuestas al Sol, es decir, en las palmas de las manos, plantas de los pies y las uñas”.
Según datos de Clínica de Oncodermatología de la UNAM, a nivel mundial una persona muere de melanoma cada 52 minutos. Por ello es indispensable realizar más estudios enfocados a entender cómo se manifiesta esta enfermedad en diversas poblaciones “y no sólo entre los habitantes de las naciones más ricas”, subrayó.
“De entre todos los tipos de cáncer, el de piel es el que más se ha incrementado en el mundo, así que debemos dejar de creer que es un asunto exclusivo de individuos rubios de ojos azules. También afecta a personas morenas o negras, y pese a este aumento de casos en las últimas décadas, se desconoce mucho al respecto”.