Exalumna de la UNAM investiga a la primera hormiga mutante del mundo

La exalumna de la Facultad de Medicina de la UNAM, Leonora Olivos Cisneros, señala que las hormigas mutantes presentan una conducta atípica.

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Leonora Olivos Cisneros, exalumna de la Facultad de Medicina de la UNAM, y especialista en investigación en la Universidad Rockefeller, EEUU, colabora en una investigación que busca entender la conducta social de las hormigas, y que creó los primeros formícidos mutantes del mundo; de este proyecto se derivó un artículo publicado como nota principal en la revista científica internacional Cell.

La doctorante del Instituto de Investigaciones Biomédicas se dijo afortunada de la formación que tuvo en la Universidad Nacional. “Los conocimientos que adquirí aquí me permiten hacer ciencia de primer mundo con investigadores de distintas nacionalidades”.

Olivos Cisneros es coautora del artículo “orco mutagenesis causes loss of antennal lobe glomeruli and impaired social behavior in ants” (La mutagénesis de (la proteína) orco causa pérdida de glomérulos del lóbulo antenal y altera el comportamiento social de las hormigas), trabajo dirigido por Daniel Kronauer, jefe del Laboratory of Social Evolution and Behavior (Laboratorio de evolución social y conducta) de la Universidad Rockefeller.

“En las hormigas la comunicación es muy interesante, se basa en señales químicas llamadas feromonas, y como evidencia de la complejidad del sistema olfativo con el que perciben estas sustancias, podemos decir que tienen 10 veces más sensores olfativos que la mosca”.

Generalmente, en los insectos los receptores olfativos dependen de una proteína llamada ‘orco’, y “nosotros generamos una hormiga deficiente en ésta para anular la función de todos sus receptores; al no funcionar debido a la mutación, demostramos la importancia que tienen para la comunicación”, explicó.

Las hormigas mutantes presentaron una conducta atípica: por ejemplo, en ciertas fases de su desarrollo forman nidos para proteger a sus crías, y las mutantes no se incorporaron a esta actividad, más bien, fueron bastante antisociales.

“También observamos que la estructura en su cerebro denominada lóbulo antenal, en donde se ubica el olfato, estaba completamente atrofiada y reducida en tamaño”.

Olivos Cisneros aseguró que generar este tipo de mutantes en insectos sociales es muy difícil por su ciclo de vida (según la especie, puede durar desde unas semanas hasta varios años). “Dentro de la colonia hay organismos que se dedican a la reproducción y esto lo hace complicado; a la comunidad científica le sorprendió que lo hayamos logrado en laboratorio con situaciones controladas”.