Para los náhuas, miztli significa puma, pero para los universitarios dicha palabra es también otra forma de decir supercómputo, ya que éste es el nombre de la supercomputadora más potente de la UNAM (con un poder similar al de 87 mil ordenadores de escritorio trabajando al unísono). Esta capacidad genera tal curiosidad entre la gente que cada año la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC) recibe cientos de solicitudes para visitarla, y todas son negadas, pues el acceso se da a muy pocas personas y sólo si la situación lo amerita.
A fin de atender esta demanda, el Departamento de Visualización y Realidad Virtual (DVDR) de la DGTIC desarrolló una aplicación tridimensional e interactiva (disponible sin costo en las tiendas de Google y Apple) que permite conocerla tan de cerca que, quien tenga el interés, puede ver su cableado con tal detalle que se sentirá ahí, y para ello sólo requiere una tableta o un teléfono y, de ser posible, unos lentes HMD, explicó María del Carmen Ramos, jefa del DVDR.
Para hacer posible esta experiencia, la académica y su equipo crearon un programa donde este aparato cobra vida durante ocho minutos, los cuales usa para hablar de sus características, no sin antes presentarse y, con toda educación, decirnos: “¡Hola!, soy Miztli, la supercomputadora de la UNAM, y debo preguntarte, ¿sabes qué es una supercomputadora?”.
Esta charla informal es en realidad parte de un guion desarrollado por comunicólogos a fin de que el usuario aprenda de forma amigable y efectiva qué es y cómo funciona Miztli, y para no dejar ninguna duda flotando en el aire, si alguien respondió negativamente a la interrogante, muy rápido ella nos explica: “Una supercomputadora es una máquina con capacidades extraordinarias para estudiar fenómenos complejos y difíciles de reproducir en el mundo físico”.
Sobre esta app, Ramos Nava explicó que le apuesta a la inmersión, por lo que para disfrutar esta vivencia de manera óptima lo mejor es hacerse de unos lentes de realidad virtual, y ni siquiera de los caros, pues la aplicación funciona con esos que se ofertan afuera del Metro por 200 pesos o con aquellos de cartón llamados cardboard; pero si al usuario le es imposible conseguir estas gafas, el programa corre sin problema en cualquier teléfono o tableta con giroscopio.
Debido a cuestiones de seguridad, nadie puede ingresar a las instalaciones de Miztli ya que los sites de supercómputo precisan una temperatura específica y el calor corporal de muchas personas altera este equilibrio, además de que dicha máquina es tan delicada que mover un cable por descuido repercutiría en su desempeño.
“Ninguno de estos inconvenientes se presenta con el recorrido a través de la app. Ésta es la ventaja de la realidad virtual, nos permite viajar a lugares prohibidos, difíciles o incluso inexistentes”.
De lo real a lo virtual
Desde que los integrantes del DVRV ingresaron a las instalaciones de Miztli para tomar fotos y medidas, hasta que tuvieron la aplicación terminada, pasaron cuatro meses. En este lapso la mayoría conoció por primera vez al aparato, pues incluso ellos, siendo trabajadores de la DGTIC, tenían prohibida la entrada al site de supercómputo.
“Nos dieron acceso por dos días, los cuales aprovechamos para obtener el material que nos permitió modelar tridimensionalmente la máquina, aunque esto no fue lo más complicado, sino recrear las conexiones y su acomodo en los racks, así como animar el sistema de aire acondicionado en funcionamiento. Lograr que estos efectos fuesen visualizados de la mejor manera nos resultó lo más laborioso”.
A decir de Ramos Nava, una vez que tuvieron el producto terminado la prueba de fuego antes de lanzarlo al mundo fue mostrarlo al personal del área de supercómputo de la DGTIC; escuchar a la administradora del site exclamar: “¡Justo así es Miztli!” fue la luz verde que todos esperaban. A los pocos días el programa ya estaba en las tiendas de Android y Apple listo para ser descargado.
En vista de los buenos resultados, el DVDR planea crear otro recorrido virtual, pero ahora del Centro de Datos, espacio contiguo a las instalaciones de Miztli, y también piensa desarrollar juegos cuya temática sean los superordenadores y qué se puede hacer con ellos.
Si le preguntan a María del Carmen Ramos qué es lo que más le gusta de la realidad virtual, la respuesta suele ser la misma: la posibilidad de contemplar y sentir algo, pero sin estar en el lugar.
“Es como una puerta que abre justo a donde quieres ir. Ya hablando como usuaria me gustaría que hubiera algo parecido a nuestra app, pero del CERN y su Colisionador de Hadrones. Algo así me permitiría ponerme en medio de alguno de sus experimentos, algo imposible por otra vía. A esto me refiero, la realidad virtual nos deja vivir algo sin la necesidad de estar ahí”.