Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que la afectación del ciclo de sueño y vigilia pueden constituir un signo temprano de la enfermedad de Alzheimer.
La investigación de la facultad de medicina de la Universidad de Washington en St. Louis indica que la afectación del ritmo circadiano ocurre mucho más temprano en las personas cuya memoria está intacta, pero cuyas tomografías de cerebro muestran evidencia temprana y preclínica de Alzheimer.
Los resultados del estudio fueron dados a conocer en ‘JAMA Neurology’, y podrían ayudar a los médicos a identificar a las personas en riesgo de presentar Alzheimer con más anticipación que ahora debido a que la enfermedad puede empezar a dañar el cerebro entre 15 y 20 años antes de que aparezcan los síntomas clínicos.
“No era que las personas en el estudio carecían de sueño -explica el primer autor, Erik S. Musiek, profesor asistente de Neurología-. Pero su sueño tiende a estar fragmentado. Dormir durante ocho horas por la noche es diferente de dormir ocho horas en incrementos de una hora durante las siestas diurnas”.
Estudios previos en la Universidad de Washington, realizados en personas y en animales, han encontrado que los niveles de amiloide fluctúan de maneras predecibles durante el día y la noche.
Los niveles de amiloide disminuyen durante el sueño, y varios estudios han demostrado que los niveles se elevan cuando se interrumpe el sueño o cuando las personas no reciben suficiente sueño profundo, según una investigación del autor principal, Yo-El Ju.
“En este nuevo estudio encontramos que las personas con enfermedad de Alzheimer preclínica tienen una mayor fragmentación en sus patrones de actividad circadiana con más periodos de inactividad o sueño durante el día y más periodos de actividad en la noche”, dijo Ju.
El estudio muestra que los sujetos que experimentan periodos de actividad y de descanso cortos durante el día y la noche tienen más probabilidades de presentar evidencia de acumulación amiloidea en el cerebro.
Los investigadores rastrearon los ritmos circadianos en 189 adultos mayores cognitivamente normales con una edad promedio de 66 años.
A algunos se les realizaron escáneres de tomografía por emisión de positrones (PET) para detectar placas amiloides relacionadas con el Alzheimer en sus cerebros. A otros se les analizó el líquido cefalorraquídeo para identificar proteínas relacionadas con el Alzheimer y algunos se les sometió a exploraciones y pruebas de fluido espinal.
De los participantes, 139 no tenían evidencia de la proteína amiloide que significa enfermedad de alzhéimer preclínica. La mayoría presentaban ciclos normales de sueño y vigilia, aunque muchos registraban alteraciones circadianas que estaban relacionadas con la edad avanzada, la apnea del sueño u otras causas.
Pero entre los otros 50 sujetos, que tenían exploraciones cerebrales anormales o líquido cefalorraquídeo anormal, todos experimentaron interrupciones significativas en sus relojes corporales internos, determinados por cuánto descansaron durante la noche y que tan activos estuvieron durante el día.
Las interrupciones en el ciclo de sueño permanecieron incluso después de que los científicos controlaron estadísticamente la apnea del sueño, la edad y otros factores.