Miguel Moctezuma Flores, académico de la Facultad de Ingeniería (FI), colabora con investigadores del Instituto de Ciencias Atmosféricas y del Clima de Italia en el estudio de imágenes de radar registradas por percepción remota en la Antártida, para analizar el impacto del calentamiento global en ese continente y contribuir al conocimiento de la dinámica de sus enormes bloques de hielo.
Desde hace meses, junto con sus pares italianos el universitario da seguimiento al iceberg A-68 que se desprendió de la plataforma Larsen el 12 de julio de 2017.
Como parte de ese rastreo, los científicos observan los movimientos y causas de la escisión para establecer una pauta de la dinámica de los hielos, los movimientos de deriva y cuál será el efecto a mediano y largo plazos de ese témpano.
Una de las primeras actividades fue determinar el tamaño de la masa de hielo, son 160 kilómetros de largo –similar a la distancia que se recorre del Zócalo de Ciudad de México a San Juan del Río, Querétaro– y una anchura de 55 kilómetros.
Además, se estableció su espesor en unos 220 metros, “volumen en el que cabrían, si pudieran apilarse, tres monumentos a la Revolución (con 66 metros de alto), y sobraría espacio. La Torre Latinoamericana tiene 181 metros de altura; entraría perfectamente y quedaría arriba un espacio como de 40 metros”, explicó Moctezuma.
El iceberg sobresale unos 30 metros sobre el nivel del mar, se estima que su superficie es de cinco mil 800 kilómetros cuadrados (casi lo que mide Aguascalientes o cuatro veces la superficie de Ciudad de México). Además, “tiene una forma muy particular, es una especie de prisma rectangular”. Desde su desprendimiento a la fecha, se ha desplazado 25 kilómetros en promedio, impulsado por el viento o por las corrientes marinas.
De este témpano, prosiguió, se estudia cuál será su movimiento durante su desplazamiento, qué le ocurrirá en los próximos meses, aunque las predicciones son que se fracturará, lo que implicará un aumento en la tasa de deshielo y el incremento de los niveles del mar.
“Algunos estiman que de continuar esta tendencia, para el año 2100 el nivel de los mares podría crecer entre 30 centímetros y un metro, una situación catastrófica, sobre todo para las ciu-dades que se encuentran a nivel del mar”, precisó.
La Antártida es una zona muy estudiada por los cambios climáticos que ahí se registran; es un indicador de lo que ocurre en ese sentido con el planeta”. “Se sabe con exactitud que en los últimos 50 años del siglo XX, cada década la temperatura se incrementó poco más de medio grado, un aumento acumulado de tres grados centígrados, finalizó Moctezuma Flores.