Parewi significa ‘ayuda’ en wixárika (huichol) y es el nombre de un proyecto desarrollado por estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán (FES-C), cuyo objetivo es restaurar y acondicionar computadoras en desuso a fin de instalarles programas educativos en lenguas indígenas y luego donarlas a escuelas rurales.
Hasta ahora han entregado equipos en dos poblados de la sierra de Oaxaca: San Sebastián y Laguna Seca, donde niños de primaria y preescolar han comenzado a aprender matemáticas, a familiarizarse con la tecnología y a desarrollar habilidades a partir de videojuegos didácticos, aunque lo más notable es que parte del software ya corre en mixteco.
Detrás de este esfuerzo se encuentra un grupo multidisciplinario de ingenieros, computólogos, diseñadores visuales, agrónomos y matemáticos que se integraron a este colectivo tras enterarse, vía el “boca a boca”, de los objetivos y alcances de esta iniciativa.
“Nuestro equipo está integrado por gente de muy diversas profesiones, pues estamos convencidos de que cada quien, desde su trinchera, siempre puede aportar algo”, señaló Jesús Mager Hois, estudiante de Ingeniería Agrícola en la FES-C y artífice del proyecto.
El origen de Parewi se remonta a 2014, cuando él y un grupo de amigos crearon el Club de Software Libre en el plantel de Cuautitlán, entusiasmados por la filosofía emanada de este movimiento, es decir, por la convicción de que al permitir que cualquiera analice, modifique o comparta programas de código abierto surgirán mejores productos, más útiles y adaptables a necesidades específicas, lo que redunda en beneficio de todos.
“Además, ello nos abrió camino para hacer llegar estos desarrollos a sectores tradicionalmente excluidos de la tecnología, ya sea por razones económicas o culturales”, agregó el también egresado de la Facultad de Contaduría y Administración.
A fin de poner en práctica las ideas planteadas por el software libre, organizaron un viaje a Oaxaca. “El plan era instalar computadoras en una escuela rural, pero al llegar vimos la realidad del sitio: 95 por ciento de los pobladores hablaban mixteco y las carencias eran muchas, por lo que en vez de ceñirnos a la propuesta original decidimos traducir los programas a dicha lengua. Si en un principio creímos que nuestra labor concluiría al dejarles máquinas operando, pronto vimos que nuestra labor apenas iniciaba. Así nacía Parewi”.