Los móviles “tontos”, que solo sirven para hacer llamadas, parecían condenados a desaparecer con la llegada de los teléfonos inteligentes, pero han resistido gracias a buenas ventas en mercados emergentes y la nostalgia por tiempos más sencillos.
La marca finlandesa Nokia acaba de relanzar uno de los míticos aparatos de esa categoría, el emblemático 3310, presentado este domingo la víspera de la apertura del Congreso Mundial de Móviles (MWC) en Barcelona, España.
Estos teléfonos, llamados con sorna “ladrillos” por su tamaño, tienen teclado físico, y aunque carecen de aplicaciones como los modernos móviles, permiten enviar y recibir mensajes de texto y de voz.
Siguen siendo útiles para los operadores telefónicos para “relanzar o acelerar la penetración de los móviles”, ya que son relativamente económicos, indicó Julien Miniconi, experto en telecomunicaciones de la consultora Wavestone.
“Tiene sentido especialmente en países donde la red no es muy buena”, agregó.
El mercado de los móviles básicos sigue siendo significativo. Unos 400 millones de aparatos fueron vendidos a nivel mundial el año pasado, según la consultora Gartner.
Una cifra inferior a los 1.500 millones de móviles inteligentes adquiridos en 2016.
De allí que Nokia decidiera relanzar su popular 3310, sacado del mercado en 2005.
HMD, que ahora posee los derechos de la marca Nokia, también pondrá a la venta otros tres modernos teléfonos.
En algunos mercados emergentes, como India, las ventas de teléfonos tontos superan a las de los inteligentes.
Allí, en el segundo país más poblado del mundo, los móviles básicos representaron el 55% del mercado en el tercer trimestre de 2016, según la firma International Data Corporation.
Inclusive en países desarrollados, donde el mercado de las telecomunicaciones es maduro, la gente sigue comprando teléfonos sencillos.
“Existen nichos de mercado, ya sean personas que buscan lo clásico, que rechazan tener internet en el móvil o de edad avanzada”, dijo Thomas Husson, analista del mercado móvil en Forrester.
También se usa para los más pequeños, como primer teléfono.
El actor británico Eddie Redmayne, de 35 años, ganador de un Óscar por su papel de Stephen Hawking en “La teoría del todo”, provocó titulares cuando anunció su rechazo a los aparatos de última generación.
“Fue una reacción a estar pegado a la pantalla de mi iPhone por horas. El aluvión de correos electrónicos era constante y estuve tentado a responder en tiempo real, a expensas de la vida real”, dijo el actor, al explicar su decisión de regresar a un modelo “ladrillo”.
No es un caso aislado. Es fácil hallar personas que rechazan los móviles inteligentes.
“No me interesan los teléfonos inteligentes, son costosos, frágiles y no les veo la utilidad”, dijo Sandrine, ilustradora de 39 años que vive en París. Sin hablar “del aspecto comercial, ya que hay que actualizar los teléfonos todo el tiempo, así como la opacidad de las condiciones laborales en China” donde se fabrican, subrayó.
La empresa alemana Deutsche Telekom incluye varios teléfonos básicos en su catálogo para clientes “que solo quieren estar ubicables”, según una portavoz.
El modelo Nokia 3310 vendió cerca de 120 millones de unidades a nivel mundial, convirtiéndose en uno de los aparatos más vendidos, pero la nueva versión difícilmente igualará el éxito.
La compañía busca sobre todo publicidad para sus otros productos, dijo Husson.
“HMD lanzó tres teléfonos inteligentes y un móvil icónico. Es una manera de crear un ‘efecto aureola’ en torno a los otros modelos y volver a lograr que la gente hable de Nokia”, explicó.
“HMD es una compañía nueva, necesita traer los buenos recuerdos (del 3310) pero también tiene que mostrar que innova”, apuntó Ian Fogg, jefe de la sección de móviles en la consultora IHS.