En México, circulan numerosas creencias falsas sobre la cerveza, y una de las más extendidas es la idea de que una cerveza puede "quemarse". Pero, ¿es realmente posible que esto suceda?
Es común escuchar a alguien decir que una cerveza está "quemada" cuando se ha calentado y enfriado varias veces, especialmente después de haber sido abierta y consumida.
Esto suele estar asociado con un sabor amargo y extraño que, según la percepción popular, indica que la cerveza ha sido dañada por el calor.
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Sin embargo, la realidad es que no se puede "quemar" una cerveza. Todas las cervezas pasan por un proceso de pasteurización, un procedimiento térmico que elimina las bacterias y evita el crecimiento de levaduras después del embotellado. Por lo tanto, el cambio de temperatura no afecta al sabor de la cerveza, gracias a este proceso de pasteurización.
¿Entonces, por qué a veces una cerveza adquiere ese sabor amargo desagradable? La culpa recae en la luz. Sí, la luz puede ser la responsable de que una cerveza se vea afectada negativamente.
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La exposición a la luz intensa puede provocar un fenómeno conocido como "azorillamiento", que es la descomposición de un compuesto del lúpulo llamado isohumulona. Este proceso puede generar ese sabor no deseado en la cerveza.