Existe una leyenda muy poco conocida sobre la entrada al inframundo que se encuentra en el Bosque de Chapultepec, inmerso en entre los árboles y la tierra, gracias a la existencia de la Cueva de Cincalco; una parte de la historia importante de la mitología mexicana.
Esta cueva se localiza justo a un costado de los restos de un ahuehuete, conocido como “El Sargento”, y se dice que lleva a un sitio paradisíaco en donde se resguardan grandes tesoros.
De acuerdo con los relatos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Cueva de Cincalco (que significa Casa de Mazorcas) fue un lugar sagrado en la época prehispánica, pues se consideraba un portal que conectaba el mundo de los vivos con el de los muertos.
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Sacrificio y culto hacia los dioses
Es importante destacar que, el bosque y el cerro de Chapultepec fueron habitados desde la antigüedad por grupos de agricultores, en su cima se construyó un adoratorio dedicado a los dioses celestes y en la parte baja de la ladera sur se creía que habitaba Tlaloc, dios del agua.
La Cueva de Cincalco se encuentra en la parte inferior del cerro, donde los pueblos prehispánicos como los toltecas y mexicas la consideraron un lugar sagrado, y la llamaron Cincalco; destaca el Museo Nacional de Historia del Bosque de Chapultepec.
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Según las leyendas, quienes entran en ella, se encuentran con el Mictlán (la entrada al inframundo), custodiado por Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, los dioses de la muerte. Mientras que, otros apuntan que la cueva es una entrada a Tlalocan, un paraíso lleno de cascadas y manantiales que pertenece a Tlaloc.