El calentamiento global sigue dejando avisos en la costa oeste de Irlanda. A la aparición hace unos meses, décadas antes de lo previsto, de una cápsula del tiempo enterrada en el hielo del Polo Norte en 2018 por activistas rusos, se le suma ahora la visita accidental de una morsa ártica.
Un padre y su hija de paseo por la playa de Glanleam, en el condado de Kerry (suroeste), avistaron este domingo al animal descansando sobre una roca de la costa, en un “estado de agotamiento extremo”, según constataron después los expertos.
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“Sin duda alguna, la naturaleza nos está mandando avisos sobre las consecuencias de la crisis medioambiental y del impacto de las actividades humanas”, explica Kevin Flannery, director del “Dingle Oceanworld Aquarium”, el acuario más grande de Irlanda y próximo al lugar de este curioso descubrimiento.
Según Flannery, “es muy posible” que la morsa, “un macho joven tan grande como un toro”, se quedó dormida sobre un iceberg que, “como consecuencia del deshielo”, se desprendió de “la plataforma de Groenlandia“.
La corriente del Golfo, apunta, pudo quizá transportar el bloque de hielo hasta las costas del condado de Kerry desde “algún punto de Groenlandia”, donde “se alimentan principalmente de almejas islándicas”.
El primer avistamiento “oficial” de una morsa frente a las costas irlandesas ocurrió en 1897, pero no volvió a verse otro ejemplar hasta la pasada década de los 80 y, desde entonces, “han aparecido unos 20 animales”, indica el experto.
“Lo mejor ahora es dejarla tranquila. No se debe intentar un rescate. La morsa, toda vez pueda alimentarse de nuevo y recupere su fortaleza, emprenderá por sí misma el viaje de regreso a casa”, expone Flannery.
Otra hipótesis, aventura el oceanógrafo, plantea la posibilidad de que este mamífero semiacuático, de unos dos metros de largo y colmillos de unos 30 centímetros, se desorientó mientras seguía a los barcos rusos y noruegos que faenan en aguas del Atlántico Norte.
“Sea como fuere, se trata de un suceso preocupante porque o bien se debe al cambio climático o bien puede ser consecuencia de la sobreexplotación que sufren nuestros mares”, advierte Flannery, quien recuerda también el caso de la cápsula del tiempo.
En 2018, unos turistas y activistas rusos enterraron en el Polo Norte una cápsula del tiempo, previendo que, en unos 30 ó 50 años, el deshielo provocado por el cambio climático en esta zona la llevaría a algún punto del planeta.
El futuro, sin embargo, llegó antes de lo esperado, pues ese artefacto fue encontrado el pasado noviembre a casi 4.000 kilómetros por dos jóvenes surfistas, Conor McClory y Sophie Curran, mientras caminaban por la costa del remoto condado de Donegal, al noroeste de la isla de Irlanda.