Un estudio, realizado por dos italianos expertos en medicina forense, llegó a la conclusión de que al menos la mitad de las manchas del Santo Sudario, la tela que según la tradición católica sirvió para envolver el cuerpo de Cristo son falsas.
El estudio, publicado en el Journal of Forensic Sciences, fue realizado por Matteo Borrini, de la Liverpool John Moores University, y por Luigi Garlaschelli, del Comité para el Control de las Afirmaciones sobre las Pseudociencias (CICAP), y divulgado este martes por el diario italiano La Stampa.
“Hay muchas contradicciones que indican que el Santo Sudario no es auténtico, y de que se trata de una representación artística o didáctica de la pasión de Cristo realizada hacia el siglo XIV”, concluyeron los investigadores.
Garlaschelli prestó su propio cuerpo para hacer el experimento en el que se usó sangre verdadera y artificial.
Los estudiosos se basaron en la misma metodología que se usa para las escenas de crímenes, y determinaron que muchas manchas de sangre no son compatibles con la posición de una persona crucificada.
“Simulamos la crucifixión con cruces de distintas formas, de diversos tipos de madera y con diferentes posiciones del cuerpo: brazos horizontales, verticales, sobre la cabeza”, contaron los expertos.
La célebre reliquia, que se custodia en Turín (norte de Italia) es un lienzo de 436 centímetros de largo por 110 de ancho, y representa a un hombre que fue crucificado con clavos en las manos y en los pies.
El lienzo, que según varias explicaciones científicas sería “falso”, fue fotografiado en 1898 por primera vez y la imagen del sudario coincidió con un “perfecto negativo”, lo que fue tachado de “milagro”.
Desde entonces la reliquia despierta todo tipo de debates, tanto científicos como teológicos, por lo que la Iglesia católica no ha manifestado oficialmente su aceptación o rechazo, considerando que se trata de una manifestación de devoción popular.
En 1988, tres laboratorios de Estados Unidos, Suiza e Inglaterra establecieron que el lino fue fabricado en la Edad Media, entre 1260 y 1390.
Borrini y Galarchelli consideran que la sangre acumulada bajo la cintura no se justifica con la posición, ni la que se encuentra en los riñones, aunque precisaron que no analizaron la sustancia que formó las manchas.
“Parecen creadas en forma artificial, con un dedo o un pincel”, subrayaron.