Si los italianos son célebres por su gastronomía, también lo son por los equipamientos de cocina donde se preparan los platos gracias a una alianza entre diseño, calidad, elegancia y precisión.
El sector de la cocina se ha convertido en uno de los más visitados durante el Salón del Mueble de Milán, que se celebra esta semana en la capital económica de Italia.
Se trata de un sector muy dinámico que registró un aumento de las exportaciones de un 3,2% el año pasado, incluso si el mercado interno está estancado aún y que ahora cuenta con un volumen de negocios de 779 millones de euros.
Italia es el tercer mayor exportador del mundo, detrás de Alemania y China y está saliendo de años difíciles por la dura crisis económica entre 2007 y 2014.
“Nos dimos cuenta de que había llegado la hora de centrarnos en las exportaciones, el poder adquisitivo en nuestro país había disminuido y la competencia estaba muy dura”, explicó a la AFP Paolo Zampieri, encargado de la fábrica Zampieri Cucine, con 34 empleados.
En pocos años la firma ha logrado exportar el 35% de su producción y está experimentando un crecimiento notable. Un reto que otras empresas del sector también han aceptado.
“Encontraron una válvula en las exportaciones, incluso las pequeñas empresas han encontrado nichos en el extranjero”, en particular en la gama más alta, reconoce Aurelio Volpe, encargado de investigaciones del Centro de Estudios Industriales (CSIL), con sede en Milán.
“Hace veinte años había 300 fábricas de cocinas en Italia, hoy hay alrededor de 100. Seis empresas representan alrededor del 50% de la producción y el 30% de las exportaciones”, explicó al reconocer que el sector se ha concentrado.
Entre las seis firmas más destacadas figura Veneta Cucine, que ofrece un producto personalizado teniendo en cuenta los cambios de hábitos de la vida en sociedad, con la cocina como protagonista de la mayor transformación, dejando de ser un espacio oscuro y separado del resto de la casa.
“Las empresas que han logrado sobrevivir a la crisis son ahora más grandes, más productivas y sobre todo más flexibles desde el punto de vista tecnológico”, sostiene Denise Archiutti, uno de sus ejecutivos.
“La lógica con la que producíamos ha cambiado, ofrecemos productos más personalizados y hechos a medida para cada cliente”, explica Archiutti.
Debido a la crisis, el sector decidió invertir en innovación e investigación, entre los secretos del éxito que está registrando.
“Ahora ofrecemos cocinas modernas por el diseño, por su contenido y por los materiales”, explicó Alberto Scavolini, dueño de la fábrica Ernestomeda, la cual registró un notable crecimiento el año pasado en países como Turquía e Irán.
Otra firma que ha crecido es Zampieri Cucine, cuya meticulosa búsqueda de los detalles, de la belleza y la calidad la identifican con el sello “Made in Italy”.
“Es que de por sí ‘Made in Italy’ quiere decir diseño, estilo …”, subraya Archiutti.
Además del diseño y la elegancia las cocinas italianas “están a la vanguardia en términos de tecnología”, agrega Archiutti, al referirse a la cocina del futuro, que convive con robots, tablets para guiarnos en las recetas, conexiones de móvil, electrodomésticos inteligentes.
Francia es hoy en día el principal mercado en el extranjero, con un aumento del 10,7% en las ventas en 2017, seguido por Estados Unidos y Suiza.
China, el mayor exportador mundial, resulta también el mayor desafío ya que compite con cocinas de bajo costo, sobre todo en Estados Unidos, donde curiosamente las cocinas italianas han registrado “un entusiasta aumento del 50% en un año”, reconoce el investigador Volpe.
Abiertas al salón, con suelos y paredes nada tímidos, con colores no aptos para miedosos, conectadas y ecológicas, se calcula que la exportación de cocinas italianas aumentará del 20% en los próximos tres años y alcanzará un volumen de negocios de casi 7.000 millones de dólares.