La barbadense Rihanna se tatuó en la mano hace un par de años un diseño étnico realizado con henna y, en los últimos meses, no se han hecho esperar espectaculares variaciones de estos clásicos tatuajes naturales, como el que lució la cantante Beyoncé en el vientre. Son dos que se suman a una larga lista de famosas en adoptar esta nueva moda que, sin embargo, lleva siglos en la cultura india.
Los estampados tribales y boho realizados en henna blanca son probablemente los que más éxito han tenido, pero lo cierto es que con esta pasta pasa igual que con el chocolate blanco: es una mentira a medias.
La llamada henna blanca, todo un éxito gracias a que luce bien en todos los tonos de piel e imprime un toque veraniego y “trendy” a cualquier atuendo, no proviene de la planta Lawsonia inermis como el tinte original.
Lo mismo ocurre con el último grito en estos diseños: aquellos que brillan en la oscuridad, hechos con pintura ultravioleta.
Además de no estar hechas a partir de la planta de la henna, permanecen mucho menos en la piel que el tinte original, que puede durar hasta tres semanas.Y es por ello que la henna natural y su característico color anaranjado llevan siglos arrasando en culturas como la india, además de en países de Oriente Medio y Egipto.
¿Cómo se hace la henna? La henna es una pasta hecha generalmente, aunque no siempre, a partir de hojas secas de la planta Lawsonia inermis.
En su libro “La historia secreta de la henna”, Marie Anakee Miczak afirma que en algunas zonas árabes las mujeres utilizaban los frutos machacados de este arbusto, mientras que en partes de Egipto usaban las flores.
Para demostrar este último hecho, la autora alude a un fragmento de la obra “Un soldado aliado en Egipto”, de William W. Loring.
“El tinte se hace con la flor del árbol de la henna, cultivada en Egipto y machacada. Al utilizarlo se diluye en agua, después se aplica y se cubre durante una hora”, cuenta el antiguo militar sobre el procedimiento utilizado en el siglo XIX.
Aunque el polvo es normalmente mezclado con agua, Miczak mantiene que, según se dice, en Egipto también se combinaba con aceites o perfumes y en la India con sustancias naturales que sirviesen como tinte rojo, como la raíz de la planta onoquiles.
El secreto, a su juicio, reside en dejar secar las hojas, ya que esto es lo que inicia la reacción química que deja un color naranja rojizo o amarronado en la piel.
Más allá de esto, agua y acidez son la única clave para obtener un color vivo.
Sin embargo, hoy en día muchos fabricantes utilizan químicos como la parafenilendiamina (PPD), un peligroso componente que puede causar graves reacciones alérgicas y quemaduras en la piel.
Aunque la mayoría asocian la PPD con la polémica mehendi negra (henna a la que añaden colorantes no autorizados para oscurecerla), la autora de la “La historia secreta de la henna” advierte de que, hoy en día, se añade a todo tipo de hennas para incrementar el rastro del color.
Bajo el disfraz de hermosas tonalidades de negro, rojo y marrón, de otro modo inexistentes en la henna natural, la parafenilendiamina puede causar desde cianosis hasta cicatrices permanentes.
“Otra cosa a recordar es que la PPD es sólo una de varias substancias peligrosas que encuentran su camino hasta muchos polvos de henna”, concluye Miczak en su libro.
Tatuajes en bodas y festivales. Toda boda que se precie en el norte de la India durar· varios días y uno de ellos estar· reservado para la llamada ceremonia de la “mehendi” o henna.
Uno, dos o veinte “mehendiwalas” o tatuadores, dependiendo del tamaño del grupo, acudirán a donde se encuentran reunidas las mujeres de la familia para adornar sus brazos de cara a la ocasión.
La novia será, sin duda, el lienzo de los diseños más complejos y opulentos, que generalmente cubrirán cada centímetro de sus pies y manos, además de buena parte de sus piernas y brazos.
Pavos reales, “mandalas” -esferas llenas de geométricas filigranas símbolo del universo- y guirnaldas florales esconden a menudo las iniciales del futuro marido, pequeñitas, casi invisibles.
Virender Goel, del centro de Nueva Delhi, explica cómo la henna es considerada “auspiciosa” y por ello es a veces ofrecida a los dioses durante las ceremonias religiosas. Y, lo más importante, tanto hindúes como musulmanas gustan de decorarse con ella para los festivales.
Los días previos a ciertas festividades religiosas los tatuadores no dan abasto, al igual que ocurre durante la temporada de bodas, cuando las novias hacen cola para llenar sus extremidades con pomposos diseños.
“La gente que quiere hacérsela no pierde ninguna oportunidad, hay algunas que también se la hacen para sus cumpleaños (…), en el día de nombrar a un bebé o si alguien se ha comprado una casa nueva”, cuenta, divertido Virender.
Es más, según dice, para algunas mujeres la henna es todo un “hobby” y se tatúan una o dos veces al mes sin que haya ningún motivo especial para ello.
Cuando Virender entró en el mundillo hace casi tres décadas cobraba 5 rupias, menos de 10 dólares, por una mano.
Ahora las cosas han cambiado y el mínimo es de 50 rupias u 80 dólares, un precio que puede incrementarse hasta el cuádruple dependiendo de la complejidad del diseño y su tamaño.
En el puesto de Virender, el proceso, que puede durar entre 10 minutos y 4 horas, comienza aplicando aceite de eucalipto para que la henna aparezca más oscura.
En la actualidad hay todo tipo de colores disponibles, desde verde hasta azul, pero duran muy poco en la piel y Virender no los recomienda.
Algunos, incluso, ofrecen diseños embellecidos con purpurina, pegatinas brillantes y pequeños abalorios.
En otro puesto del mercado, Devi, de 31 años, insiste en que no utiliza henna negra por tratarse de una mezcla “química”.