El parisino Puente del Alma, donde Diana de Gales murió hace 20 años, se ha convertido desde entonces en lugar de peregrinación, junto al que mensajes, fotos y flores dejan constancia de que sigue siendo, según le dicen, “inolvidable”.
La llama de la libertad, réplica exacta de la antorcha de la Estatua de la Libertad de Nueva York, recibida por los franceses como símbolo de la amistad franco-estadounidense y situada junto a ese fatídico puente, es el epicentro de las muestras de cariño.
El coche en el que viajaba la ex mujer de Carlos de Inglaterra junto a su entonces pareja, el millonario egipcio Dodi Al Fayed, y a su guardaespaldas, se empotró en ese túnel en un frenético intento por escapar de los paparazzi, que siguieron fotografiando el vehículo tras el accidente.
El guardaespaldas, Trevor Rees-Jones, fue el único que se libró de la muerte. Diana resultó gravemente herida, con un traumatismo craneal y profundas hemorragias internas que la hicieron perecer poco después en el hospital de la Pitié-Salpêtrière, situado a 7 kilómetros de allí.
Fotos de Diana junto a sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique, de su labor humanitaria y de viajes al extranjero, cohabitan con los candados que parejas de enamorados dejan en las cadenas que rodean al monumento, y con abundantes flores, solas o en ramo, que en esta conmemoración se han incrementado.