AUDIOS: Carlos Welti Chanes, especialista del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
La sociedad mexicana es diversa y, por lo mismo, la familia no debe encasillarse en un modelo orientado a la reproducción o a perpetuar la desigualdad y el sometimiento, consideró Carlos Welti Chanes, especialista del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
El núcleo familiar es un modelo de organización social heterogéneo, es decir, tiene variantes: 11 para ser precisos, según un estudio del IIS. Y uno de sus objetivos principales es permitir el desarrollo de las personas dentro de ambientes que mejoren la calidad de vida, valores y comportamientos.
Debido a su importancia, es preciso desterrar la idea de que el fin primordial de una familia es la reproducción, puntualizó Welti Chanes con motivo del Día Internacional de la Familia, que se conmemora hoy, 15 de mayo.
El universitario resaltó que el modelo de familia conyugal promueve valores y acciones que acentúan la desigualdad y perpetúan el sometimiento de algunos de sus miembros (especialmente las mujeres) a roles preestablecidos, como la maternidad.
La sociedad mexicana ha integrado algunos valores a la maternidad y otros a la paternidad, y al asignar roles diferenciales se permite la desigualdad.
En este sentido, advirtió que en sociedades avanzadas los millennials han optado por dejar de lado la paternidad, pero en nuestro país la situación es diferente. Entre las nuevas generaciones no hay un mayor número de hombres y mujeres que rechazan tener hijos, sino que quieren tener menos, o sólo uno, comentó.
Según un estudio de la UNAM, en la actualidad la familia se ha diversificado y se reconocen 11 tipos, dentro de tres grupos principales: la familia tradicional, en transición y la emergente.
La primera, que representa el 50 por ciento de los hogares mexicanos, está integrada por un papá, una mamá y los hijos. Se subdivide en: con niños, con adolescentes y extensa; en esta última clasificación se incluyen abuelos o nietos.
En la familia en transición no existe una de las figuras tradicionales. Aquí se contemplan los hogares encabezados por madres solteras; parejas sin hijos o que han postergado su paternidad; parejas de adultos cuyos hijos ya no viven con ellos (conocidas como “nido vacío”); co-residentes, en la que cohabitan familiares o grupos de amigos sin parejas; y unipersonales, con individuos que viven solos. Este grupo representa el 42 por ciento de los hogares.
En tanto, la emergente abarca los hogares encabezados por padres solteros; parejas del mismo sexo; y parejas reconstituidas que han tenido relaciones o matrimonios previos, al igual que hijos (también se les denomina parejas con los tuyos, los míos y los nuestros). Este tipo de familia se ha incrementado desde principios de siglo y está marcando tendencia.
Welti Chanes estimó que independientemente de la estructura, el reto para esta organización base de la sociedad es llegar a acuerdos que permitan crear estrategias de supervivencia colectiva, además de transmitir valores que hagan viables dichos acuerdos y posibiliten la convivencia, como la honestidad y la tolerancia.
Mediante esta última, concluyó, es posible entender y analizar ciertas conductas que se pretende modificar. “El propósito es alcanzar una sociedad más equitativa, en la que se respeten los derechos y se cumplan las obligaciones que conlleva”.