Considerado un idioma universal, el rap puede servir para preservar lenguas en peligro: en pequeñas comunidades, indígenas de todo el mundo lo han incorporado como una forma de comunicación, inyectándole sangre nueva a sus expresiones y alcanzando audiencias inesperadas.
Las historias y motivaciones de los artistas varían, pero a todos los une el haberse dado cuenta del poder del hip hop.
Surgido en la cultura callejera del Bronx neoyorquino en los años 1970, el hip hop se ha extendido por todo el mundo y se ha convertido, al menos estilísticamente, en una lengua franca adoptada por muchos jóvenes.
En el montañoso departamento colombiano de Antioquia, los hermanos adolescentes indígenas Brayan y Dairon Tascón tuvieron su primer encuentro con el rap hace varios años, cuando presenciaron una actuación callejera en la plaza central de la ciudad de Valparaíso.
Percibieron tal energía e inmediatez en el rap que decidieron adaptarlo a su propio idioma, el embera, que se estima hablan unas 100 mil personas en Colombia y Panamá (donde varía a emberá).
En videos publicados en YouTube y con el nombre de Linaje Originarios, este dúo adopta la gestualidad de los primeros raperos, acompañando sus declamación con rápidos movimientos de las manos. Pero en lugar de las gruesas cadenas de oro, lucen coloridos collares tejidos y vinchas típicas de su etnia.
Las canciones, con ritmos de hip hop y ocasionales melodías de flauta tradicional, hablan del orgullo de pertenecer a su cultura: “Estamos hablando bien, representando bien, y mostrando la belleza”, dice una letra en embera.
“Algunas personas pensaban que el rap era simplemente música sobre drogas y violencia, pero para nosotros la música es sobre cómo hablamos y cómo vivimos”, dijo Dairon Tascón a la AFP por teléfono.
Dairon se mostró orgulloso de que sus videos hayan ganado miles de visualizaciones y generado interés mucho más allá de Colombia.
El hip hop indígena ha ganado cada vez más terreno como un subgénero en Estados Unidos y Canadá, y raperos -entre los que se cuentan algunos de los pioneros afroestadounidenses- suelen denunciar las desigualdades en sus letras.
La región metropolitana de Minneapolis y St. Paul, con su vibrante escena musical y su herencia indígena, se ha convertido en uno de los focos de este tipo de hip hop.
Allí, el rapero indígena Tall Paul mezcla inglés y anishinaabemowin, el idioma de su tribu. Su tema “Prayers in a Song” (Oraciones en una canción) refleja su lucha por aprender su lengua autóctona, que emplea en los coros para pedir fuerza espiritual.
“Esto es lo que siento con respecto al lenguaje y a la obligación de revitalizar algo sagrado: Fracasar en llevarlo a cabo es deshonrar a una Nación”, rapea en unos versos en inglés.
Lejos de allí, en el extremo norte de Noruega, Nils Rune Utsi, cuyo nombre artístico es SlinCraze, ha encontrado en el rap una nueva forma de contar historias en su idioma, el sami.
“Una canción de rap tiene muchas más letras que una canción común. Por supuesto que puedes escribir una gran canción, pero tienes que comprimirla”, dijo SlinCraze a AFP por Skype. “Con el rap, si tienes las letras, tienes que escribir mucho más y si tienes una historia, puedes narrar muchos detalles”.
El joven de 26 años contó que, por tener sobrepeso, fue víctima de bulling y encontró un refugio en el hip hop, especialmente en las rimas furiosas de Eminem. SlinCraze descubrió desde entonces un uso más político del rap.
Su canción “Suhtadit”, o “Arguing”, muestra la influencia de Eminem con letras declamadas a una velocidad impresionante sobre melodías que no presagian nada bueno. El video está lleno de simbolismo, como un pastor que predica ante un grupo y unos enmascarados que apuntan a los renos, cuyo pastoreo ha sido históricamente la forma de vida de los sami.
“Sí, soy sami”, rapea SlinCraze. “Destruyen nuestros símbolos, caminan encima de nuestro idioma, hacen lo que quieren / porque pueden”.
SlinCraze escribió la canción en un momento de indignación después de leer en un periódico sobre una muchacha cuya chaqueta había sido prendida en fuego por ser sami.
Con no más de 20 mil personas que hablan su dialecto del norte de Laponia, SlinCraze dijo estar complacido de atraer nuevos oyentes a su música, incluso si no pueden entender las letras.
En un principio, le dio poca importancia a la preservación del idioma, pero al lograr un considerable grupo de seguidores comenzó a hacer un esfuerzo más consciente para revitalizar palabras sami en lugar de tomar prestado del noruego o el inglés.
Paralelamente trabaja en su primer disco en noruego. A su juicio, él junto a otros artistas han “levantado la cultura sami” en Noruega después de décadas en las que el gobierno intentó agresivamente integrar a los pueblos indígenas.
“Es un poco estúpido decirlo, pero ahora es más como una cosa hipster. Muchos niños ahora no tienen miedo de mostrar que son sami, están orgullosos de ello”, dijo. “Es genial ver este avance entre los jóvenes y, por supuesto, los ancianos, que perdieron su idioma y están más interesados en recuperar su identidad”.