COMUNIÓN UNIVERSAL

Orar una necesidad universal

Más de 200 experimentos controlados en humanos, plantas, animales y en microbios sugieren que las oraciones amorosas compasivas y la intención de una persona pueden afectar a un individuo u objeto a grandes distancias, tal como algunos de nosotros hemos podido comprobar

Persona con manos juntas / Ilustración
Persona con manos juntas / IlustraciónCréditos: Pixabay
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30 Jun 23 - Orar una necesidad universal

La necesidad de orar es común a todos los seres humanos. A lo largo de la historia, sin importar la época, la cultura o el tipo de religión, la oración ha sido una manera de acompañar la tristeza y la felicidad de nutrir las celebraciones o sobrellevar la pérdida de un ser querido.

Se ora en los templos, en la calle o en la naturaleza. ¿A solas o en conjunto?

Para algunos es parte de una rutina diaria. Para otros es algo a lo cual recurrir ante una emergencia. La oración crea una energía que nos regresa al origen. Nos conecta con la energía divina que llamamos Dios, inteligencia divina a la duda, fuente, creadora o como queramos nombrarla.

Hay muchas formas de orar. En silencio, con cantos, con música que nos transporta con el baile al ritmo de tambores que despierta nuestras fibras internas, con la gratitud, con un ritual al meditar en un abrazo o al apreciar la naturaleza y su gran sabiduría.

La oración no es sólo algo que hacemos, también es algo que somos, es una actitud ante la vida. Gracias a la ciencia se sabe algo acerca del poder de la oración.

Más de 200 experimentos controlados en humanos, plantas, animales y en microbios sugieren que las oraciones amorosas compasivas y la intención de una persona pueden afectar a un individuo u objeto a grandes distancias, tal como algunos de nosotros hemos podido comprobar.

De alguna manera, la mente al orar en comunidad forma una unidad, una mente común que a su vez se une con esa gran fuente creadora. Es como si en el gran océano tomáramos una taza y la llenáramos con un poco de agua, la tasa es nuestro cuerpo físico, más el agua es nuestra esencia, que se compone de la misma esencia de Dios.

Fuimos hechos a su imagen y semejanza. Es así que al orar sentimos esa comunión universal, limitada e infinita, que es nuestra verdadera fuerza. Cuando desde ese lugar moldeamos la vida y trabajo, la energía tiene la impronta de la totalidad.

Lo que la oración requiere para tocar ese gran poder es fe con pasión y amor. Porque esos elementos son parte de la energía que más nos conecta de otra manera. Es como si intentáramos hacer una llamada con un celular sin pila.

La energía de cualquier tipo de oración, como toda energía, provoca un cambio, así como gracias a la energía del sol, del agua, del viento y de la Tierra, podemos generar cambios, alimento y vida en el planeta. Nuestra oración también puede crear cambios muy favorables y benéficos, tanto para el que hora como para quien se hora.

Una manera de orar es agradecer. El agradecimiento es mucho mejor recibido y honroso que la petición. Una petición se hace desde la carencia y no tiene ninguna energía creadora.

En cambio, agradecer desde el corazón puede mover el mundo al agradecer por las mañanas o durante el día, la mente regresa al momento presente y se valora el instante.

Cada vez que unimos nuestras manos en señal de oración y respeto a la divinidad, también creamos una señal para bucear en lo profundo y contactar con una parte luminosa de nosotros que reside en el corazón, el cual es sin duda una maravillosa fuente de energía.
 

Niña orando / Ilustración / Pixabay