Antrozoologia

Es innegable que las relaciones entre los humanos y otros animales son tan antiguas como el propio origen del hombre.

Si bien, desde entonces, éstas consisten en que diferentes animales se usen como una fuente importante de alimento, ésta es solo una de sus dimensiones; ya que, desde la misma prehistoria, ellos también han representado seres sagrados, guardianes o incluso dioses, como lo testifican algunas de las pinturas rupestres de varios lugares del mundo.

Hoy en día, esas relaciones se han modificado, pero no han dejado de ser tan cercanas como entonces, como lo muestran algunas estadísticas.

De acuerdo con datos del INEGI, en 2021, casi 70% de los hogares mexicanos tienen una mascota y más del 85% de los adultos en nuestro país manifestó haber llevado a cabo alguna actividad para evitar la crueldad o el sufrimiento animal, o haberse hecho cargo de algún perro, gato u otra especie. De esta manera, se puede observar que el interés y la empatía con ellos siguen siendo vigentes.

Aunque el principio de estos nexos es antiquísimo, su estudio formal no rebasa ni siquiera los 60 años y surge con una disciplina llamada antrozoología, cuyo nombre deriva de los vocablos griegos “anthropos”, que significa “ser humano” y “zoon”, animal.

La antrozoología, también conocida como etnozoología o zooantropología, es la ciencia que se encarga de investigar, desde múltiples enfoques, los lazos que han unido a la humanidad con otras especies animales; es, por tanto, un campo interdisciplinario que analiza el papel que los animales han jugado en el mundo físico, psicológico, emocional, social y cultural de los humanos, y cómo estos últimos han influido en la vida animal.

A mediados de la década de los años 70 del siglo XX es cuando surge oficialmente esta joven ciencia, al reconocerse su materia de estudio como un área notable para investigarse en una amplia variedad de contextos, como los hogares, laboratorios, zoológicos y en la propia naturaleza.

Gracias a sus hallazgos se han identificados rasgos curiosos de las interrelaciones humano-animal, como la “biofilia” o la simpatía que nos causan los animales por su apariencia adorable o tierna; o el antropomorfismo, es decir, el asignar a los animales cualidades que son exclusivas de las personas.

También ha dedicado especial interés a evaluar los efectos que los animales tienen en la salud humana, dentro de programas terapéuticos, pero también en la convivencia cotidiana en los hogares; en dilucidar su peso en el desarrollo de actitudes de apego o crueldad; así como de las diferencias de género y de personalidad en el trato con ellos.

Su objetivo último es mejorar la dinámica entre humanos y animales, de manera que se potencien los beneficios para ambos y se eviten las consecuencias negativas.

Así, no solo busca que se sancione a quienes ejercen maltrato o abandono hacia los animales, sino también prevenir estas situaciones, a través de campañas educativas y de concientización.

Desde esta perspectiva, es imposible imaginar el desarrollo que ha tenido la humanidad sin la presencia de los animales; su ausencia tal vez habría implicado nuestra propia desaparición.

Por ello celebro que, mediante esta disciplina, se pueda reconocer y valorar que los animales han sido y serán siempre nuestro pasado, presente y futuro.