DUELO

No es un duelo menor

Dado que los perros, los gatos y en general casi todas las mascotas tienen un ciclo de vida más corto que el humano, es frecuente que nos toque en algún momento enfrentar el triste proceso de su muerte

Cachorro / Ilustración
Cachorro / IlustraciónCréditos: Pixabay
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16 Dic 22 - No es un duelo menor

Si bien las relaciones entre humanos son imprescindibles, para algunos de nosotros también hay otras que son igual o incluso más significativas: me refiero a las que entablamos con nuestros animales de compañía; y es que las mascotas no solo son esos seres que están presentes día con día en nuestra vida, en muchos casos llegan a ser un soporte emocional, un motivo de alegría, una profunda conexión basada en el amor incondicional, la fidelidad, la amistad entrañable; en la que ellas aprenden a leer nuestro estado de ánimo con exactitud casi milimétrica y, con su enorme empatía, nos brindan el apoyo que necesitamos.

Pero, dado que los perros, los gatos y en general casi todas las mascotas tienen un ciclo de vida más corto que el humano, es frecuente que nos toque en algún momento enfrentar el triste proceso de su muerte; y esto no se trata de un duelo menor, para muchos de nosotros resulta una pérdida equiparable a la de un familiar o persona muy querida, y en muchas ocasiones la primera experiencia con la muerte.

En esos instantes el dolor puede ser abrumador, hacernos sentir perdidos o paralizados, ya que éste depende del vínculo que teníamos con nuestra amada mascota.

En cada persona, el duelo puede expresarse de una forma distinta. Hay quien llora mucho; otros tardar en asimilar lo sucedido; otros más pierden temporalmente el interés de aquello que disfrutaban y algunos más prefieren mantenerse ocupados para no conectar con la ausencia.

Asimismo, es común experimentar una mezcla de sentimientos, en la que está presente la tristeza, la ira y la apatía, lo cual puede agotar nuestra energía y reservas emocionales.

Pero, ante un quebranto así, hay personas que no comprenden este tipo de duelo y lo trivializan; aseguran que sufrir por la muerte de un animal es una exageración.

Por ello, quien vive este tipo de censura, suele esconder sus emociones y reprimir su necesidad de llorar, hablar y compartir su dolor; se siente obligada a actuar de la forma en que lo dictan las convenciones sociales ante una situación que no merece tantos aspavientos.

Otra dificultad que puede encararse es una gran culpa, en especial si se opta por la eutanasia para evitar mayores sufrimientos al animal. Es entonces que uno se puede sentir el artífice de su muerte y sentir una enorme carga por haber tomado tal decisión.

Si tienes la desdicha de perder a tu mascota, no importa lo que piensen o digan los demás, recuerda que tienes del derecho y mereces expresar sin vergüenza alguna todo aquello que estás sintiendo.

Apóyate en amigos y familiares con los cuales te sientas seguro y contenido y deja fluir con ellos toda la corriente de emociones que te embargue.

Realizar algún rito en honor de tu amada mascota también puede ayudar a darle un nuevo significado a su muerte, a agradecer todo el amor que te dio y a facilitarte el reencontrar la paz interior.

El duelo es un proceso gradual, no hay manera de apresurarlo. Nadie puede fijarte el tiempo para concluirlo.

Así que sé compasivo y paciente contigo. Sigue tu propio ritmo, date la oportunidad de vivenciar cada una de sus etapas. Si te permites manifestarlo de forma natural, aunque parezca imposible, llegará el momento en el que los recuerdos felices se conviertan en un hermoso tesoro que ese ser tan amado te entregará.

Veterinario / Ilustración / Pixabay