OPINIÓN DANIEL JACOBO

Una falsa campaña y el derecho a una nueva vida

Hoy, el nombre de Marianne volvió a encender las redes sociales. ¿La razón? Una supuesta campaña para dar a conocer una nueva sucursal en Cancún.

En México, la discriminación pesa más que un “perdón”.
En México, la discriminación pesa más que un “perdón”.Créditos: Redes Sociales / Freepik
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Estoy seguro que el nombre de Marianne Gonzaga es uno de esos inolvidables para las redes sociales, porque en febrero pasado apuñaló en una docena de ocasiones a Valentina Gilabert.

Gonzaga fue vinculada a proceso por el delito de lesiones dolosas que ponen en riesgo la vida y fue retenida durante cinco meses; sin embargo, en julio pasado fue puesta en libertad tras haber obtenido el perdón de Valentina.

Hoy, el nombre de Marianne volvió a encender las redes sociales. ¿La razón? Una supuesta campaña con Soriana para dar a conocer una nueva sucursal en Cancún.

La polémica tiene varias vertientes:

La primera, es que tras haber publicado un reel en Instagram de la supuesta campaña, Soriana lanzó un comunicado para deslindarse de esa presunta colaboración.

La segunda fue que a ese desmentido, Marianne respondió con capturas de pantalla del supuesto acuerdo de colaboración hecho a través de WhatsApp.

Y la tercera vertiente, pero la más importante: la furia de las siempre inquisidoras redes sociales.

En X fue un punto común de desacuerdo que Marianne Gonzaga, “la potencial asesina que casi mata a su amiga al acuchillarla 14 veces” hiciera una colaboración para Soriana.

Incluso se cuestionaban así: “¿Queriendo dar lástima para que la opinión pública te perdone, maldita loca?”

Y el punto es este: una persona que se equivoca, ¿no tiene derecho a rehacer de cero su vida? ¿No es el punto de las condenas, penas y/o resarcimiento del daño?

Porque Marianne apenas entra a la mayoría de edad, le queda literalmente la vida por delante.

Pero habrá quien diga: “es que intentó asesinar a una persona”, lo cual, es cierto; pero también es cierto que la víctima le otorgó el perdón; la víctima dijo que creía en las segundas oportunidades; y la víctima dijo que ella, la misma víctima, no era nadie para destruirle la vida a otra persona.

Si esas fueron las palabras de la propia Valentina Gilabert, ¿por qué las redes sociales disfrazadas de “opinión pública” no pueden permitir que una persona retome el camino?

Porque ojo, Soriana se deslindó de la colaboración no por razones de discriminación, sino por cuestiones de no tener conocimiento formal de algún acuerdo.

¿Qué importa si la campaña es falsa o no? Los jueces moralinos de redes sociales acabarán con todas las marcas que trabajen con una criminal”.

Porque la reinserción o readaptación social en México, es un mito. La inquisición no quiere que Marianne Gonzaga tenga derecho a esa nueva vida, porque siempre nos hará sentir moralmente mejores si apuntamos al otro que se ha equivocado, en lugar de meternos en nuestros asuntos.

En México, la discriminación pesa más que un “perdón”.