OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

Oasis en México: La gran espera terminó

Liam y Noel Gallagher aparecen en el escenario, se abrazan. “Mexico City vibes in the area”, grita Liam a más de 60 mil asistentes.

Oasis se presentó en el estadio GNP, en México.
Oasis se presentó en el estadio GNP, en México.Créditos: Cuartoscuro
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“¡16 años!, pues es la mitad de mi vida”, dice Karina, de 32 años, antes de vivir la reunión de Oasis en el Estadio GNP de la Ciudad de México. Nunca perdió la esperanza de verlos en vivo por primera vez. Sus manos tiemblan; apenas puede grabar los primeros riffs de “Fuckin’ in the bushes”. La enorme pantalla se llena de recortes de periódico, tuits, fotografías y recuerdos. “Oasis regresa. La gran espera terminó”. 

Liam y Noel Gallagher aparecen en el escenario, se abrazan. “Mexico City vibes in the area”, grita Liam a más de 60 mil asistentes. El público inunda la explanada con gritos y cerveza; cantan el saludo de la banda, “Hello, hello, hello, hello”. 

Aún frente a ellos, nadie lo cree. Noel y Liam cantan juntos, como hace más de una década. Las rencillas terminaron, o al menos quedaron en pausa. Juntos viven por la unidad de sus fans. “We need each other, we believe in one another”, versa "Acquiesce". Las palabras adquieren un nuevo significado ante un mundo polarizado. Esos dos hermanos representan el poder de la reconciliación; juntos son (y somos) la fuerza que vence cualquier adversidad.

Liam desafía al público, lo alaba; se sabe ídolo y voz de una generación. Se mantiene en su pose, la pose Liam: cabeza arriba frente al micrófono, las manos atrás, lentes redondos, una parka verde, con chicles en las bolsas (ya fuma menos). De igual forma, Noel se mantiene ecuánime, con dedos limpios y precisos para marcar cada nota de sus canciones. Solo son ellos, una banda, con una pantalla llena de sentimientos en imágenes y música que mueve almas, en un estado entre esperanza y nostalgia. No hay necesidad de un gran espectáculo. La música en sí es el show.

Noel baja las revoluciones del show, mientras Liam toma un respiro. Junto a su guitarra acústica entona los temas que aliviaron su corazón y el de miles de personas: “Talk Tonight” y “Half the World Away”, la cual dedicó a todos los que llegaron de otras ciudades y países. Incluso en la distancia, seguimos conectados por las mismas palabras y acordes que nos hacen vibrar sincronizados, como almas entrelazadas.

Llega el momento cumbre, “Wonderwall”, una canción que ni siquiera Noel sabe por qué se convirtió en himno. Algo mágico vive escondido entre los acordes y la voz de Liam. ¿Qué es una “wonderwall”? Quizá ni siquiera sus letras tengan un significado; es un coro que se balancea una y otra vez, como los cantos en un estadio de fútbol: pura pasión grupal. Gracias Pep Guardiola por traer la Champions al Manchester City. Gracias Pep por traernos de vuelta a Oasis. Gracias Pep por acompañarnos esta noche, ataviado con tu sombrero charro.

Quizá no cantaron “Stop Crying Your Heart Out”, porque jamás podrían detener los ríos de felicidad que brotaban de sus fans. Los fuegos artificiales del gran final deslumbran las caras del público. Karina apenas distingue a sus ídolos tras las lágrimas que corren por sus cachetes. La llama de esperanza que guardó tanto tiempo por fin ardió junto a sus miles de hermanos, hasta extinguirse con el último rayo de un atardecer proyectado en la pantalla. Gracias Oasis por una noche que perdurará otros 16 años.