HÉCTOR ZAGAL

Menos pobreza, más responsabilidades

Los datos más recientes del INEGI muestran que, en 2024, la pobreza por ingresos cayó al 38.9 por ciento —su nivel más bajo en décadas— y que la desigualdad también se redujo.

Los datos más recientes del INEGI muestran que, en 2024, la pobreza por ingresos cayó al 38.9 por ciento —su nivel más bajo en décadas— y que la desigualdad también se redujo.
Los datos más recientes del INEGI muestran que, en 2024, la pobreza por ingresos cayó al 38.9 por ciento —su nivel más bajo en décadas— y que la desigualdad también se redujo.Créditos: Canva
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Los datos más recientes del INEGI muestran que, en 2024, la pobreza por ingresos cayó al 38.9 por ciento —su nivel más bajo en décadas— y que la desigualdad también se redujo. Son noticias alentadoras que todos los mexicanos deberíamos celebrar. Aunque las cifras requieren matices, sería un error de la oposición no reconocer este logro del gobierno de López Obrador. Los programas sociales basados en transferencias monetarias directas han sido decisivos para esta mejoría. Por otra parte, el incremento al salario mínimo elevó el poder adquisitivo de los trabajadores formales sin desatar la espiral inflacionaria que algunos auguraban.

Por supuesto, una golondrina no hace verano. El camino recorrido desde principios de siglo revela avances y retrocesos:

1.    1. Inicios del siglo XXI y primera fase de reducción (2000–2006).

Tras la crisis de finales de los noventa, más de la mitad de los hogares se hallaba en pobreza por ingresos. Para 2006 esta proporción bajó por debajo del 45 por ciento, gracias a un crecimiento moderado y a programas focalizados de apoyo.

1.    2. Estancamiento durante la crisis global (2007–2015).

La recesión internacional de 2008 detuvo la tendencia descendente. La pobreza repuntó y se mantuvo en torno al 50 por ciento durante prácticamente toda la década, evidenciando la fragilidad de los sectores más vulnerables ante choques externos y la cobertura insuficiente de la protección social.

1.    3. Nueva fase de reducciones significativas (2016–2024).

A partir de 2016 la incidencia comenzó a descender de nuevo y entre 2018 y 2022 la pobreza bajó  del 50 al 43.5 por ciento. El impulso continuó hasta el 38.9 por ciento en 2024.

Ahora bien, para consolidar estos avances y evitar retrocesos, hay al menos seis desafíos centrales:

1.    I) Invierno demográfico.

Con una tasa global de fecundidad de 1.60 hijos por mujer —muy por debajo del nivel de reemplazo de 2.1— el envejecimiento poblacional presionará las finanzas públicas y hará insostenibles, a largo plazo, las pensiones no contributivas.

1.    II) Crecimiento económico insuficiente.

El pastel no puede repartirse si no crece. El sexenio anterior registró un crecimiento marginal del PIB per cápita, y endeudarse para sostener transferencias sociales sería repetir errores del pasado. Urge ser más productivos.

1.    III) Pobreza por carencias sociales.

Recibir más ingresos en efectivo no evita que una enfermedad o la falta de seguridad social empobrezca. La pobreza multifactorial —que medía el extinto Coneval— exige reforzar la salud, la educación y la vivienda, no solo los ingresos. A pesar de que nuestro sistema de salud es casi tan eficaz como el de Dinamarca, los pobres no saldrán de la pobreza multifactorial sin no hay una mejora decisiva en este rubro.

1.    IV) Movilidad social y calidad educativa.

Solo transferencias en efectivo no bastan. La verdadera movilidad social proviene de una educación de calidad y de empleos mejor remunerados. 

1.    V) Inseguridad

Un robo de celular en el transporte público supone un golpe severo al patrimonio de una familia de bajos ingresos. La extorsión y el robo a pequeñas empresas agravan la vulnerabilidad económica de los más pobres. La inseguridad empobrece.

1.    VI) Incertidumbre externa

Aunque un nuevo tratado comercial con EU ofrece oportunidades, la volatilidad de la política estadounidense introduce riesgos para una economía tan vinculada a la de nuestro principal socio. Mientras Trump esté en la Casa Blanca, habrá incertidumbre.

Reconozcamos los avances; el reto ahora es consolidarlos. Sin un enfoque integral que reúna transferencias de dinero, crecimiento económico, servicios públicos y salud robustos, estado de derecho y una drástica reducción del crimen, el progreso puede naufragar por imprevistos, malas decisiones o cinismo político. Como advirtió Maquiavelo, “no hay nada más difícil… que introducir un nuevo orden de cosas".

(Héctor Zagal, autor de este artículo, es profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana y conductor del programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal” en MVS 102.5)