OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

Isaac Newton, Mario Kart y los motociclistas

No eres neutrino ni tienes botón de respawn.

“Los motociclistas accidentados saturan las salas de traumatología de hospitales públicos”, escribe Héctor Zagal.
“Los motociclistas accidentados saturan las salas de traumatología de hospitales públicos”, escribe Héctor Zagal.Créditos: Cuartoscuro / Envato Elements
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Querido motociclista:

Impenetrabilidad de los cuerpos: si no hay hueco entre dos autos, tu moto no atraviesa la materia por voluntad divina. Segunda ley clásica: a toda acción corresponde una reacción igual y contraria. Traducción al asfalto: si te estampas a 50 km/h, lo que vuelve no es un aplauso, es un golpazo proporcional, que suele acabar en camilla.

Biología elemental: tu cerebro es órgano vital, no accesorio; el casco no es opcional. Psicología básica: la calle no es un videojuego; los peatones no son power-ups y tú no cuentas con siete vidas.

Aclaremos algo que se ve a diario: zigzaguear es moverse haciendo zigzag entre coches (una línea de ángulos alternos: entra-sale-entra-sale). Luce bien en la libreta de dibujo; en el tráfico real multiplica el riesgo.

El problema es que demasiadas veces “no pasa nada” y se vuelve costumbre: sin casco, con menores sin protección, por banquetas, zizgageando entre autos, conduciendo como si el reglamento fuera sugerencia.

No se trata de satanizarte: la moto es eficiente y te da chamba vía apps (en condiciones laborales, ciertamente, precarias). La moto democratiza el transporte privado, en una ciudad donde los microbuses son un asco y el metro está saturado.

Pero el costo ya es de salud pública. Los motociclistas accidentados saturan las salas de traumatología de hospitales públicos. Sí, la chamba precaria explica riesgos, pero no los justifica. Los automovilistas tampoco somos santos; aun así, mi conjetura es que, en la mayoría de los percances con motos, la culpa la tuviste tú, no el azar ni el automovilista.

¿Y la autoridad? Ausente. No te sanciona. Mira hacia otro lado. Su omisión es cómplice de tus abusos. El problema crece. Así sucedió con los microbuses a los que, por no haberlos puesto en cintura en su momento, hoy gobiernan las calles.

No necesitas leyes nuevas para cuidarte: necesitas recordar física, biología y psicología básicas… y cumplir el reglamento hoy. Si aplicas esas tres cosas, probablemente llegues a casa hoy. Y mañana también.

(Héctor Zagal, coautor de este artículo es profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana y conductor del programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal” en MVS 102.5)