OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

La ciudad androcéntrica

Sigamos pensando a la ciudad desde la óptica de las diversidades para incluir no para expulsar.

La semana pasada se realizó una marcha contra la gentrificación.
La semana pasada se realizó una marcha contra la gentrificación.Créditos: Cuartoscuro
Escrito en OPINIÓN el

La semana anterior la llamada “manifestación antigentrificación” que se llevó a cabo entre los barrios hitos de este fenómeno global de urbanismo: Roma y Condesa, infiltró grupos de choque que detonaron en una verdadera expresión discriminatoria de todos los temas emergentes a nivel mundial: xenofobia, antiimperialismo, genocidio en Palestina, migración interna y expulsión. Legítimos todos estos temas que ahí se concentró la atención mediática e incluso parte de los vecinos de ambas colonias simplificaron la mirada crítica a las “pintas denunciativas en los muros del foro Lindbergh, pero volteando la mirada al fondo que ha llevado al fenómeno de desplazamiento sistemático y sintomático que es una de las consecuencias de la gentrificación.

Partamos de uno de los artículos que contiene la Constitución de la Ciudad de México: el Derecho a la ciudad que se conforma por el conjunto de derechos que permiten el acceso de la ciudadanía a la vivienda, a los bienes urbanos, al transporte, al espacio público, a la seguridad y la movilidad segura. Sin embargo, hasta no hace mucho tiempo, las discusiones sobre planeación urbana, migración, turistificación o gentrificación estaban básicamente planteadas desde el pensamiento androcéntrico que universaliza al varón como la medida universal, y en particular al varón blanco, joven, productivo y heterosexual que deja a muchos otros hombres por fuera, y entonces omite, invisibiliza e ignora a las mujeres reforzando el concepto de un mundo productivo separado del reproductivo, devaluado, invisibilizado, que la sociedad patriarcal ha impuesto por cientos de años.

Desde finales del siglo XX, se han discutido los fenómenos migratorios de las grandes urbes y su impacto en las identidades urbanas, uno de los trabajos y análisis conceptuales con perspectiva de género es el realizado por Ana Falú –feminista y urbanista–. Desde sus estudios de género nos plantea el problema de la planeación urbana y las múltiples expresiones de efectos económicos neoliberales como es la gentrificación y la turistificación de las urbes, subrayando en algo fundamental: El derecho a la ciudad de las mujeres debería comenzar por reconocerlas, por no neutralizarlas ni subordinarlas a conceptos androcéntricos y patriarcales, por pensarlas en sus demandas, subrayando la persistencia de las tareas de cuidado y de reproducción que siguen siendo responsabilidad exclusiva o casi exclusiva de las mujeres, y esto tiene significantes para la vida urbana.

Otras de las discusiones que no se ponen sobre la mesa y en los medios de comunicación, la academia o las mismas instituciones que planean, discuten y desarrollan planes frente a la gentrificación es analizar la relación entre género y gentrificación ha sido una de las líneas de interés de las geógrafas feministas desde la última década del siglo XX, la primera del siglo XXI. Una de las estudiosas en este tema de género y metamorfosis urbana L. Bondi explica que, en cierta medida la existencia de la gentrificación se debe a que estas mujeres profesionales que han retrasado la maternidad y tienen familias más pequeñas, buscan barrios más cómodos para conciliar el trabajo productivo y reproductivo porque proporcionan los servicios necesarios para hacerlo. Sin embargo, a pesar de la autonomía y la libertad experimentada por muchas mujeres en la ciudad revitalizada, muchas de las ideologías y discursos en el hogar y en el trabajo continúan marcadas por unas relaciones patriarcales y unos roles tradicionales de género. De esta forma, la gentrificación, no soluciona el problema social de la inadecuada infraestructura del cuidado. De la misma forma, más que ser una oportunidad emancipadora, la gentrificación ha servido para solidificar las divisiones de clase, que son invariablemente generizadas (es decir, divididas por el género). El espacio urbano se ha gentrificado, pero no de una manera que desafíe las normas tradicionales de género, de pigmentocracia y clasismo en barrios.

El tema no se agota en una discusión simplista de competencia de mercado, quien tiene para pagar el alquiler y el costo de vida en barrios gentrificados que los pueblen, lleva intrínseco un complejo sistema de género, color, social, cultural y de género. Sigamos pensando a la ciudad desde la óptica de las diversidades para incluir no para expulsar.

Abramos la discusión: @salmazan71