OPINIÓN LETICIA GONZÁLEZ MONTES DE OCA

Snoopy

Charles Monroe Schulz, profesor de arte que amaba los cómics, creó a una mascota con actitudes humanas.

Niñas de todo el mundo dormíamos abrazando a nuestro Snoopy de peluche y coleccionábamos su ropa.
Niñas de todo el mundo dormíamos abrazando a nuestro Snoopy de peluche y coleccionábamos su ropa.Créditos: Grok
Escrito en OPINIÓN el

Era una noche oscura y tormentosa. Se supone que aquí cualquier lector promedio debería abandonar esta lectura; la oración inicial, que ha aparecido en textos de diversos autores desde los siglos 18 y 19 (Doddington, Edward Bulwer-Lytton, Alejandro Dumas) suele ser usada para ilustrar la mala escritura: es trillada, intenta ser dramática y termina siendo nada, no atrapa. No llega a ser tormentosa, pero es oscura.

Es también la frase elegida por Snoopy para iniciar cada página que teclea en su máquina de escribir, sentado sobre el techo de su casita roja.

Charles Monroe Schulz, profesor de arte que amaba los cómics, creó a una mascota con actitudes humanas. Una tira sobre un perro que no se porta como perro, sino que, además de escribir en el techo de su casa de perro, lee, reflexiona, sueña con ser un gran piloto de guerra, a veces camina en dos patas, juega béisbol e interactúa con los niños como uno más. Mientras, Charlie Brown, con personalidad solitaria, como su creador, se esconde bajo las cobijas, intentando que el mundo no sepa que ha sido el único que no ha recibido una tarjeta de San Valentín. Un niño de piel negra se alegra por haber pasado el día jugando al béisbol con una pandilla blanca, estando reciente el asesinato de Martin Luther King, allá en el 68. Un pequeño sensible y apasionado emula a Beethoven ante su piano de juguete. Otro busca refugio en una frazada y otro más sonríe bajo una capa de mugre visible para todos menos para él. Un pajarito amarillo llamado Woodstock -en referencia al festival insignia de la época- lo acompaña y le habla en un idioma que no se puede leer ni hace falta entender.

Créditos: Pixabay

Mientras, Charles M. Schulz, tenaz a pesar de haber sido rechazado por 17 revistas y por los estudios Disney, quienes negaron su solicitud de trabajo como animador, criticado por abordar cuestionamientos profundos, aunque provinieran de un niño imaginario que vivía pegado a su frazada, publica una tira cada día en 2,600 periódicos del mundo, traducido a todas las lenguas imaginables, por 50 años, hasta ser vencido por esa enfermedad innombrable.

Créditos: ChatGPT

Niñas de todo el mundo dormíamos abrazando a nuestro Snoopy de peluche y coleccionábamos su ropa. Lo llevábamos a la escuela para jugar en el recreo, y lo teníamos estampado en la lonchera, en los lápices, en las libretas.

Este año se cumplen 75 desde que apareció el primer cómic y Snoopy sigue vigente. Lo han vestido los mejores diseñadores del mundo; es la mascota de la NASA y el segundo perro en haber viajado al espacio; y el merchandising “vintage” es un éxito rotundo. Reservoir Books ha publicado una antología de 500 páginas de su “filosofía cotidiana y humorismo existencial”.

Créditos: Pixabay

Hoy el mundo atraviesa una noche de verdad oscura y no poco tormentosa. Seguimos angustiados, buscando refugio y consuelo en los amigos. Y seguimos soñando.

Mi Snoopy me observa desde una repisa, maltrecho, percudido y sabio.