OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

'Even In Arcadia': Nuevo horizonte Sleep Token

Un compilado de 10 nuevos tokens, en los que Vessel, II, III y IV perfeccionan su mezcla de géneros.

Ya no se escucha como un pastiche experimental de distintos géneros; cada progresión se entrelaza por capas.
Ya no se escucha como un pastiche experimental de distintos géneros; cada progresión se entrelaza por capas.Créditos: Facebook.com/sleeptoken.
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Hace tiempo, la deidad Sleep se le apareció en sueños a un hombre. Le prometió gloria y fama a cambio de dedicar su vida a ella y convertirse en su voz. Él accedió. Tomó el nombre de Vessel. Formó un grupo de anónimos para crear canciones-ofrenda en su honor, que reunirían seguidores a lo largo del mundo. Sin embargo, con una fama inesperada e imparable, Vessel se cuestiona cuánto tiempo resistirá el humano bajo la máscara; cuánto tiempo le queda antes de perderse en el sueño eterno de Sleep.

Sleep Token continúa su rito a la deidad “Dormida” con su cuarto álbum de estudio, “Even In Arcadia”. Un compilado de 10 nuevos tokens, en los que Vessel, II, III y IV perfeccionan su mezcla de géneros, ambientes y sonidos, que expande a un nivel más personal el mito de la banda.

A diferencia de su álbum anterior, “Take Me Back To Eden”, la progresión de las pistas es más orgánica y cohesiva. Por ejemplo, en “Caramel”, transitan de un ritmo de reggaeton suave hasta blast beats. Ya no se escucha como un pastiche experimental de distintos géneros; cada progresión se entrelaza por capas, como el suelo de un bosque, que va de tierra, hojas, materia muerta, agua, roca y aire. Los sonidos comerciales de cada género, como el beat latino y el djent, crean una atmósfera única que, en el fondo, critica ese mismo estado de viralidad y fama.

El líder Vessel continúa con esa reflexión sobre la inesperada popularidad del grupo. Si en “Caramel” anhelaba mantener a sus seguidores sin perder su identidad (creada), en “Damocles”, abre por un momento los miedos de su corazón: perder todo en un momento, incluso a él mismo, sin su segundo rostro. ¿La luz de la cima podrá borrar el anonimato? ¿Aún lo amarán con su verdadero nombre? Una power ballad surge del debate entre las suaves dudas de su piano y la angustia del riff, la cual se desprende del propio Vessel; su incertidumbre conecta y abraza a sus seguidores, que viven envueltos en la misma oscuridad.

En “Emergence”, los séquitos crean el sendero por el que Vessel cabalga su voz estoica y ecuánime. Un camino de arena, que poco a poco se escarpa, primero con rocas de trap y más adelante con acantilados húmedos por la niebla y el viento. Sin embargo, el dolor de los riffs de viento, en vez de apagar a Vessel, impulsan su grito hacia el cielo. Al final, queda la vista sobre las nubes. Se rindió ante el poder de la deidad, logró su objetivo, pero la nostalgia del crepúsculo rememora lo perdido en el camino.

El metal es un género que ha sobrevivido gracias a su capacidad para renovarse con cada generación. Desde sus inicios con Black Sabbath, los artistas que han dejado una marca en la historia del género han experimentado e integrado elementos nuevos que refrescan su sonido, lo cual ha calado en las ideas de los puristas desde hace décadas. El anonimato de Sleep Token les ha permitido mantener libertad creativa, pero la fama lo ha puesto bajo el escrutinio de la industria y el público. Tratar de catalogarlos en un género es ocioso, y más en una etapa de globalización donde los límites son cada vez más difusos. Su proyecto innovador de integrar metal con elementos actuales de trap y R&B, se etiqueta y critica bajo su propio concepto. Además de ser la voz de Sleep, Vessel también se convirtió en el guía y profeta del metal hacia nuevos horizontes; una carga que le perseguirá, aún sin la máscara.