Tal como ha dicho en repetidas ocasiones el periodista Ricardo Raphael: “El fresco de la impunidad y la fabricación judicial tiene como rostro Isabel Miranda de Wallace” y no sólo por lo insostenible del caso Hugo Alberto en 2005 y lo que de ello derivó: la antiheroína nacional, la mediatización de la justiciera, la figura máxima del poder político de Derechos Humanos encumbrada por el expresidente Felipe Calderón –que por cierto, la hizo su candidata a la jefatura de la ciudad de México–; la utilización para golpetear y descalificar organismos internacionales en el caso de los jóvenes de Ayotzinapa en los tiempos del peñismo.
Por una década la señora Miranda fue el rostro de la justicia ciudadana, su poder y vínculo con las autoridades entre ellas, García Luna la convirtió en la imagen de la denuncia, la lucha anticrimial de este país y la evidencia de la crisis del sistema judicial y penal en nuestro país.
En esta semana que comienza la campaña por la primera elección para jueces y magistrados, la edición y circulación del libro Fabricación del periodista Raphael –quien ha sostenido desde hace más de seis años, sobre el montaje, las mentiras, las represalias y el abuso de poder de la señora Isabel Miranda para este atroz montaje, de ser verdad todo lo que parece inevitable el caso Wallace, y el contexto de impunidad e injusticia social en el país, se antoja importante recuperar las historias y casos en que la crisis de nuestro actual –y mucho creo en un futuro– del sistema judicial .
El reto es enorme, los casos se acumulan en nuestro país, como un almanaque de las desgracias de un poderoso grupo criminal que está en los Ministerios públicos, sistema judicial, jueces y magistrados.
¿Por qué casos como el de Wallace impactan tanto?... en casi dos décadas, por cierto, sin justicia y sin claridad porque los testimonios, declaraciones, y pruebas no han podido ser sólidas para un esclarecimiento que lleve a la verdad y por supuesto, la justicia.
Aquella “luchadora social” en casi dos décadas se convirtió en un espiral de juegos de poder, de más sospechas que certezas en el caso de su propio hijo; toda vez que puede decirse es el rostro de la impunidad, de la complicidad entre Estado y su “lucha” que la convierte hoy en el mejor ejemplo de la emergente y necesaria reforma al poder judicial que parece tocar su techo de cristal de la injusticia social.
La necesaria reforma judicial, hace evidente un desgaste no del propio sistema, sino de sistémica violación a los Derechos Humanos, la perversa relación entre el poder, los grupos económicos y la justicia, donde no es ciega sino convenenciera; ahí es donde es urgente devolver la vista al ciudadano de a pie, el que no goza de poder y dinero para moldear la justicia y modo, que no gozamos de fuero, que no somos impunes, que la legalidad no es la que determina la inocencia.
Estamos a menos de dos meses de una elección popular de los dictadores de la justicia en los siguientes años en el país, y la forma como la terna es ya una sospecha que no hace ni legal ni transparente a los candidatos. Principios básicos para la justicia de una nación que está urgente de un poder judicial robusto, transparente, equitativo, imparcial y legal. Donde la fabricación no sea el principio.
Abramos la discusión: @salmazan71