OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

Cada quien su propio Francisco

Si algo es un Papa es un político religioso, más que un líder espiritual; el caso de Francisco se trata de uno de los jerarcas católicos que supo jugar muy bien ese papel.

El pasado lunes 21, despertamos con la noticia del fallecimiento del argentino jesuita Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco.
El pasado lunes 21, despertamos con la noticia del fallecimiento del argentino jesuita Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco.Créditos: Cuartoscuro
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El pasado lunes 21, despertamos con la noticia del fallecimiento del argentino jesuita Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco, el número 266 y el primero latinoamericano. Quien por espacio de 12 años dirigió las riendas de la cúpula de la iglesia católica en medio de fuertes, vergonzosos y en muchos casos, sin resolver, casos de abuso sexual por parte de religiosos, del manejo de los recursos económicos sin transparencia y sobre la inclusión de las sociedades de la diversidad sexual.

En el tubo metálico que contiene el rogito o  acta que recoge la biografía personal y los actos más relevantes en el pontificado de Francisco, se anotó aquella fecha que cambió la historia papal el 13 de marzo de marzo de aquel 2013 en que la fumarola blanca salió de la chimenea de la Capilla Sixtina donde, después de 12 años, se espera que en Mayo el mundo sea testigo del anuncio del Papa 267, por ahora se prepara la el recinto: se cubre el piso, se han enviado las solicitudes para que reúnan los cardenales, demás autoridades y representaciones del Catedralicio del Vaticano y el Cónclave (que significa bajo llave) los cerca de 130 cardenales electores elijan al representante de San Pedro en la tierra.

Hoy hemos despertado con la ceremonia, la más importante de los funerales de un Papa, la de los líderes mundiales que asisten para concluir el ritual de las exequias que duró 4 días de despedida. Tres días para el pueblo, pero lo de esta madrugada (10 de la mañana, tiempo de Italia) es el Funeral de Estado con 50 jefes de Gobierno, 10 monarcas reinantes, políticos, empresarios que ocuparon cada uno el sitio que desde la ciudad Vaticano y la propia Iglesia Católica ubica en el tablero de la relación y vida política global.

Si algo es un Papa es un político religioso, más que un líder espiritual; el caso de Francisco se trata de uno de los jerarcas católicos que supo jugar muy bien ese papel, desde su lugar como jesuita, cardenal Primado de la Argentina entre dos ideologías, el exiliado en ese lejano poblado de San José y luego en Córdoba y el apoyo al lado conservador en contra del  aborto y los derechos a la comunidad LGBT que los Kirchner promovieron, para más tarde, ser señalado de  apoyos muy cuestionables en su propia congregación y nación y sus contradictorias muestras y halagos al kirchnerismo, antes de salir rumbo a Italia.

Ya como Papa, Francisco supo jugar con su atuendo de un sumo pontífice que miraba a los pobres, que se desprendía del lujo institucional del vaticano y abría las puertas como el catedralicio a la discusión de los temas pendientes desde épocas de Juan Pablo II y el papa Benedicto XVI; parecía un religioso de largo renovado aliento…  Se pronunció en contra de la economía global, la crisis política con la guerra en Ucrania que la llamó de un acto vergonzoso para la humanidad. Pero también lo hizo de los sacerdotes y la homosexualidad a lo que declaró que ya había demasiado mariconeo”. Dejó pendiente también la justicia para miles de personas que han sido violentadas sexualmente por religiosos en todo el mundo y siguen aclamando una acción legal y de castigo por parte de la Iglesia Católica y sus curas abusadores.  Y está el llamado Papa de la misericordia y la pobreza por ello, el nombre que eligió siguiendo los preceptos de Francisco de Asís hasta su última voluntad de su funeral sencillo y desde la mirada del pueblo.

La Iglesia católica requiere una actualización, una reflexión profunda sobre su ideología, su política y los nuevos tiempos que siguen siendo amenazante para lo diferente, lo distinto, para las mujeres y los pobres. Cada quien su propio Francisco, y desde esa óptica, en el Cónclave se hará una elección del nuevo jefe de Estado Vaticano que dé salida a la nueva agenda progresista o no de la iglesia que representará. Y con el tiempo sabremos si es una fumarola blanca o negra para la fe católica, para los feligreses y los ciudadanos con un nuevo líder espiritual.

Abramos la discusión: @salmazan71