“¿Soy yo o está todo peor?”, se cuestiona Alessia Cara y muchos de sus oyentes ante el mundo que nos avecina este año; “¿soy yo el problema o el planeta está roto?”. La incertidumbre marea la vista, pero Alessia la abraza como parte del camino hacia un futuro distinto, ya que entre tantas dudas, podemos encontrar nuevas oportunidades para disfrutar la tristeza y apreciar la felicidad.
Alessia Cara regresa con su cuarto álbum de estudio “Love & Hyperbole”, en el que a través de 14 canciones explora las caídas y triunfos que la han traído hasta este punto de su vida; qué tanto ha aprendido y qué falta por descubrir en el interminable camino del crecer.
El amor, como a todos, le ha traído sinsabores y decepciones. En “Dead Man”, le canta al cadáver de un amante marchito; reclama tanto tiempo perdido, pero al mismo tiempo se aferra a su carne podrida, como si los besos pudieran revivirlo. Sus gritos se menean con la cadencia de las trompetas, hasta que un break de jazz enciende su pelea con el fantasma. La sorpresa termina y el cadáver sigue inerte. Alessia por fin lo abandona, madura y sigue adelante.
Al mismo tiempo, se deja llevar por la vorágine de un nuevo amor en “Fire”. La otra parte del álbum, la hipérbole, se refiere a la intensidad con la que sus sentimientos brotan de su piel. A diferencia de la tendencia actual del pop, Alessia opta por un sonido orgánico. Podemos escuchar el contacto de los músicos con sus instrumentos y cómo Alessia se integra con ellos, lo cual crea una mayor sensación de intimidad y cercanía. Su voz de terciopelo explota en llamas de emoción, incendia su cuerpo y abraza los oídos de quien la ama y escucha; acaricia con una sonrisa y arrulla con un cálido abrazo.
Aún entre las dudas, Alessia Cara tiene algunas precisiones sobre su corazón. Acompañada en la guitarra por John Mayer, en “(Isn’t It) Obvious”, define sus sentimientos y valor como persona y pareja: ¿es obvio, no? Existe un extraño placer en divagar entre preguntas, porque reafirma la seguridad en sí misma. No necesita gritar, sus palabras tiernas rozan las cuerdas de la guitarra, como una cobija sobre la piel un domingo por la tarde.
De igual forma en “Slow Motion”, Alessia declara sus intenciones con seguridad, sola desde el inicio. La música la rodea lento, pero su voz sigue su propio ritmo sincopado. El amor al que le canta no sólo son parejas nuevas y pasadas, también refiere a su propia alma en crecimiento, que por fin ha decidido dejar las dudas para rendirse a lo que depare el destino.
Los momentos de reflexión ya quedaron en el pasado. El camino nunca fue lineal, las dudas y los miedos embrollaron sus pasos, pero entre la confusión se vale sonreír y gritar, como en una montaña rusa. Alessia siente que por fin tiene un momento de claridad, “Clearly”, sobre el amor y su crecimiento. Acepta todo lo que pasó, bueno y malo, porque gracias a ello está aquí; no reclama a nadie, incluida ella, por el dolor en su corazón, porque ella puede sanarse. Lo único que desea ahora es disfrutar al máximo y con amor cada momento prestado de vida.