Bad Bunny dejó Puerto Rico para embarcarse en un gira mundial que lo llevará por el Caribe, América Latina, Australia, Japón y Europa. Sin embargo, fiel a su decreto “de aquí nadie me saca”, trajo un pedacito de la isla consigo. Lleva sobre su cabeza el sombrero de la historia y la música de la resistencia, que une a la gente taína y mestiza con toda la cultura de Latinoamérica.
Benito Antonio Martínez Ocasio abre su concierto en el Estadio GNP Seguros de la Ciudad de México como “El Cantante” de salsa; junto a “Los Sobrinos”, convierte el foro en un salón de baile a cielo abierto. Un lugar típico de la isla, pero también de los barrios de la capital; un espacio de libertad donde se crean las mejores historias, donde vives un “Baile inolvidable”.
El Conejo Malo cierra el local y pasa a “La Casita”. Más allá de la polémica por su ubicación, Benito lo mantiene real: el reggaeton salió del barrio, de los caseríos, como una afrenta a la “alta cultura” y las clases altas. Este show es para su gente, para los fans que hicieron hasta lo imposible por disfrutar del concierto del año. Benito respondió a todos y se encargó de entregarse a cada uno, ya fuera en primera fila o en la última grada.
Bad Bunny continúa la fiesta como si fuera la casa de su natal Puerto Rico. Todos los que llegan con amor, son bienvenidos, incluso los turistas, siempre y cuando tengan respeto por esta tierra. Benito lo reconoce, México y Puerto Rico están orgullosos de su cultura y la defienden contra cualquier extranjero que intente pisotearla o robarla. El público lo abraza; Benito se siente en casa. Su historia estaría incompleta sin México y lo agradece con su voz y corazón.
Es una gran y hermosa contradicción: vivir el momento y a la vez capturarlo en una foto. Solo algunas pantallas se levantan, la mayoría se abraza y brinca con la canción. "Debí Tirar Más Fotos". Un hombre que le canta a su tierra y su gente, conecta con el sentimiento universal de nostalgia. Todos recordamos a alguien, un tiempo o un lugar. Todos sentimos el tiempo escapando en cada respiro. Todos viven el momento. Algunos lamentarán no haber grabado esa canción, pero ninguno olvidará sentir esa canción.
