OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

"Everybody Scream": Florence, la bruja que volvió de la muerte

Este Halloween, Florence and the Machine regresó con su sexto álbum “Everybody Scream”, en el que, a través de 12 canciones, transforma los traumas de los últimos años en “historias de terror”

La fama y el reconocimiento le ha costado sangre.
La fama y el reconocimiento le ha costado sangre. Créditos: Redes Sociales
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El aquelarre enciende la hoguera. El coro de brujas canta conjuros. Gritan su nombre. Desgarran el viento. Bailan al ritmo del tambor. La tierra se abre bajo el fuego. Su nombre resuena. La hermana caída surge de las cenizas. Las brujas, los árboles, los animales, claman su nombre. Todos gritan. No puede morir. Debe volver. Su nombre sigue vivo. Su voz sigue moviendo las hojas y el río. La muerte no puede reclamarla todavía, cuando sus hermanas aún la necesitan. Cuando ella aún nos necesita. 

Este Halloween, Florence and the Machine regresó con su sexto álbum “Everybody Scream”, en el que, a través de 12 canciones, transforma los traumas de los últimos años en “historias de terror”, llenas de brujas triunfantes y magia clara: el horror de la sociedad misógina.

En 2022Florence Welch fue sometida a una cirugía de emergencia, debido a que un embarazo ectópico le causó una hemorragia interna que casi le cuesta la vida. Esa experiencia tan cercana a la muerte le hizo reflexionar sobre su propia mortalidad y legado. En “One of the Greats”, analiza su lugar como mujer influyente dentro de una industria y un mundo dominado por hombres. Critica los estándares bajo los cuales la juzgan e impone su lugar en la pared de la perpetuidad.

La fama y el reconocimiento le ha costado sangre. Desde sus inicios, hace más de 15 años, Florence conocía de las “pequeñas humillaciones” de la escena. En “Drink Deep”, resiente cómo su alma se muere de a poco con cada canto, con cada lamento. Su voz de fagot recorre los bosques, entre los huecos de los árboles, entre el abrazo de la niebla. Bebió al fondo de la copa de vida, sin saber que era su propia sangre. 

“Lo más cerca que estuve de la muerte, fue creando vida”, así se refiere a aquel trauma. Florence lo convierte en un cuento folclórico en “Witch Dance”, donde la bruja consuma su deseo con la muerte; siente vida desde adentro. Sin embargo, el ambiente nunca es de amor: desde las sombras acecha el rugido del bajo y un grupo de banshees hambrientos. La bruja es devorada por un pacto injusto de carne y legado, a cambio de una gota de vida, y quizá redención.

Sus restos son resguardados por el aquelarre. Sus hermanas, el coro de brujas, la consuelan. Sigue viva. En dos años, su cuerpo es completamente diferente, pero sigue siendo ella. Todavía vive la magia en sus venas, en su voz, en sus hechizos y conjuros, incluso más fuerte que antes. Las canciones de Florence tienen esa Magia de Simpatía, “Sympathy Magic”; conecta a los dolientes con el consuelo, a los temerosos con la paz, y a los muertos con los vivos. Las brujas, relegadas y azotadas, encuentran la felicidad dentro de su comunidad, de su aquelarre; ahí reside la magia que fortalece el cuerpo, alivia la mente y libera el alma.