HÉCTOR ZAGAL

La oposición de cartón azul

El vino nuevo se derrama, y el odre viejo se revienta. Hoy el PAN intenta hacer justamente eso: colocar un nuevo logo y presentarlo como novedad. No es renovación: es maquillaje institucional.

El PAN cambia su logo y lo presenta como novedad. No es renovación: es maquillaje institucional.
El PAN cambia su logo y lo presenta como novedad. No es renovación: es maquillaje institucional.Créditos: X: @JorgeRoHe
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Jesús advirtió que nadie pone vino nuevo en odres viejos. El vino nuevo se derrama, y el odre viejo se revienta. Hoy el PAN intenta hacer justamente eso: colocar un nuevo logo y presentarlo como novedad. No es renovación: es maquillaje institucional.

Hace décadas, las empresas de rasurar sacaron “rastrillos para mujer” idénticos a los de los varones, solo que rosados. El PAN está repitiendo la estrategia: mismo aparato, mismo discurso, mismos dirigentes… pero con eslogan nuevo. El problema no es el color del rastrillo: es el diseño anatómico y el filo. Y dentro del PAN ya no hay filo y muchos de sus dirigentes no comprenden que el entorno político y social cambió.

Algunos creen que el partido podría reconectar con una base conservadora que sigue viva en buena parte del país. Es cierto: México no es homogéneamente progresista; hay regiones donde la familia, la religión y el orden moral siguen siendo códigos de vida. El PAN podría convertirse en la opción anti-woke, el refugio del hartazgo de algunos frente al wokismo. Podría… pero no se atreve.

Porque hay otra realidad: no se puede competir con una chequera cuando uno solo tiene principios. En un país con millones de pobres, ningún elector resiste un cañonazo de 1,500 pesos mensuales. MORENA entendió lo que decía Álvaro Obregón de las batallas: el voto se gana con transferencias en efectivo. El PAN pretende conquistar el corazón mientras su adversario deposita en la tarjeta del monedero.

Pero la verdadera crisis no está en el corto plazo. MORENA seguirá ganando elecciones mientras el liderazgo de López Obrador funcione como cemento emocional y mientras la deuda pública permita financiar los programas sociales. La tormenta vendrá después: cuando la pirámide demográfica se invierta, cuando el dinero sencillamente no alcance y, sobre todo, cuando falte el líder que mantiene unido al movimiento. Entonces, los nuevos partidos radicales, de derecha o de izquierda, aglutinarán a los inconformes y disputarán el país a golpe de resentimiento, no de programas.

Ahí el PAN podría tener una oportunidad… si llegara vivo. Y para eso no basta retocarse: tiene que mutar, cambiar de piel y de gente. No es el logotipo lo que debe cambiar, sino la clase política que lo representa. O el PAN se convierte en vino nuevo, o seguirá siendo odre viejo, agrietado y sin contenido.

Y, por si fuese poco, la ruptura con el PRI tendrá un costo político en el nivel regional. Habrá fricciones entre panistas y priistas. Pero el daño ya está hecho, para el elector promedio, PAN y PRI son lo mismo. De poco servirá el divorcio a estas alturas. 
El tiempo se acaba. Y el vino ya empezó a derramarse. ¿Conservará el PAN sus gubernaturas en las próximas elecciones?

(Héctor Zagal, coautor de este artículo, es profesor de Filosofía de la Universidad Panamericana y conductor del programa “El Banquete del Dr. Zagal” en MVS 102. 5 todos los miércoles a las 21:00 y los sábados a las 17:00)

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