“The Bad Fire” es una expresión escocesa para referirse al infierno. Tras el éxito de su álbum previo, “As The Love Continues”, de 2021, los integrantes de Mogwai sufrieron años complicados, en los que perdieron a varios seres queridos y padecieron situaciones difíciles: Barry Burns, tecladista del grupo, luchó contra la enfermedad de su hija, quien estuvo viviendo prácticamente durante un año en un hospital por distintos tratamientos. Sin embargo, al estar todos juntos, con su música, encontraron una catarsis más fuerte que cualquier fuego del averno; paz y esperanza tras las llamas del dolor.
El cuarteto escoces, Mogwai, presenta su décimo primer álbum de estudio, “The Bad Fire”, un compendio de 10 pistas que nos lleva por paisajes quemados y cenizos, que poco a poco recuperan luz y color, gracias a la música y el cariño de quienes los acompañan.
Las guitarras y la batería preparan la tierra, dan la bienvenida: “Hi Chaos”. Una montaña rusa de sismos vibra el paisaje. Todo está en alerta. Hay una chispa, un fuego, un derrumbe. Una ciudad cae en pedazos bajo el cielo rojo y negro de las llamas. Las sirenas aúllan, pero nadie parece asustado, al contrario, es un fuego liberador y purificador. El drama del caos se transforma en lágrimas de sanación; en una nota inconclusa; en un sollozo al aire.
“If You Find This World Bad, You Should See Some of the Others”, una mirada cínica y cierta a “podría ser peor”. Desde la desolación, se abre paso la vida, ya sea en un insecto o una semilla, cuyo latido retumba en el vacío. El ruido de las guitarras, del mundo ardiendo, son sólo un paisaje que remarcan las tenues notas de vida; tras el paso de la destrucción, sobreviven con su propia armonía. A diferencia de otros mundos, de otros infiernos, aquí la vida sigue ganando.
“Fanzine Made of Flesh” es la canción que más se diferencia del resto por ser la que mantiene una estructura más común, además de llevar letra; pero la voz infectada por la electrónica se integra como un instrumento más. La historia escondida de nostalgia, se mece en un oleaje de fuerza eléctrica; encuentran la melodía del ruido y la emoción en la estática. Un mensaje de radio en busca de destino a través de las estrellas.
Mogwai llega al clímax en “Lion Rumpus”. Las pistas que llegaban a más de 15 minutos en sus trabajos previos, se han intensificado a menos de 5; los crescendos épicos se han acortado para dar luz a la verdadera fuerza de su catarsis. Una ola de ruido-música inunda de agua helada el “mal fuego” que los abrasó(zó) durante estos años. La guitarra chilla al final como una llama incandescente que se apaga súbitamente sin aire.
Hace 30 años, Mogwai creaba el ruido de emoción en un mundo cauto y cambiante; ahora, construye un refugio de música para un mundo en constante destrucción y renovación. Sin letras, la música adquiere el significado que cada uno siente y necesita: una mano amiga, un saco para golpear, una película evasiva, un mensaje de esperanza o una carta de amor. El infierno arde y purifica el dolor, las penas y los recuerdos; crea un suelo fértil para las semillas de esperanza.