Es irónico que, aun con las lluvias e inundaciones que hemos padecido en la Ciudad de México, sigamos al borde de una escasez severa de agua. Lo cierto es que no importa cuánto llueva en la CDMX; esto no va a resolver la crisis hídrica. El sistema de captación de lluvia de la capital es muy pobre y la mayor parte del agua pluvial se desperdicia. Por eso los grandes abastecimientos de la ciudad se encuentran fuera de ella, en zonas donde lamentablemente no ha llovido lo suficiente.
El sistema Cutzamala, por ejemplo, da de beber a 16 alcaldías y aporta alrededor del 26 por ciento del agua que llega a la zona metropolitana del Valle de México. En los últimos meses fue el foco de atención debido a que se encontraba en los niveles más bajos de su historia.
Apenas hace un mes, a inicios de julio, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) informó que las tres presas que integran el Cutzamala (El Bosque, Valle de Bravo y Villa Victoria) se encontraban al 26.9 por ciento de su capacidad total. Esto quiere decir que estuvimos a casi 7 puntos porcentuales de llegar al mínimo de 20 por ciento. De haberlo cruzado, el Cutzamala habría dejado de enviar agua a la ciudad.
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Este miércoles la Conagua volvió a informar sobre los niveles de almacenamiento del Cutzamala. Según lo comunicado, las lluvias y el “manejo hídrico implementado” lograron un aumento de 84 millones de metros cúbicos. En datos porcentuales, esto quiere decir que ahora el sistema Cutzamala se encuentra al 36.8 por ciento de su capacidad total.
Para algunos, esta noticia podría ser un gran respiro, pero no cantemos victoria tan rápido. En noviembre del año pasado, cuando comenzaron a encenderse las alarmas de la crisis hídrica que se avecinaba para este año, el nivel del Cutzamala era apenas del 39 por ciento, mismo que, para ese entonces, era el más bajo de su historia.
Desde hace unos años, la región del Cutzamala ha tenido que lidiar con deforestaciones, tala ilegal, uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, crecimiento de la población, entre otros problemas. Ello ha contribuido a que las presas de Villa Victoria y Valle de Bravo hoy agonicen ante la falta de lluvia.
Corrimos con suerte este año, pero no sabemos si ocurrirá lo mismo para el siguiente. La temporada de lluvias está por concluir y lo más probable es que despidamos el 2024 con las mismas alertas que tuvimos en 2023.
Mientras tanto, los problemas hídricos de hace un año persisten. Casi la mitad del agua que llega a la CDMX se desperdicia en fugas. La agricultura y la ganadería siguen utilizando alrededor del 70 por ciento del agua del país, y de ese porcentaje, la mitad se desperdicia debido a infraestructuras deficientes. Aún no hay diagnósticos claros para identificar qué actividades gastan más agua y encontrar alternativas de ahorro. Las captaciones pluviales son insuficientes y, por si fuera poco, el presupuesto para la Conagua se redujo este año en términos reales a pesar de las sequias y las olas de calor.
Puede llover mucho en la ciudad, pero mientras no atendamos las deficiencias de nuestro sistema hídrico, nos mantendremos al borde del abismo. Urge idear, entre otras cosas, soluciones que privilegien las lluvias en zonas claves de abastecimiento. De lo contrario, seguiremos viviendo la ironía de estar en una ciudad que se inunda y, al mismo tiempo, no tiene agua.
¡Atrévete a saber! Sapere aude!
@hzagal
(Héctor Zagal y Óscar Sakaguchi, coautores de este artículo, son conductores del programa “El Banquete del Dr. Zagal en MVS 102.5 todos los miércoles a las 22:00 y los sábados a las 17:00?