Hoy es 14 de julio, aniversario de la toma de la Bastilla en París, fiesta nacional de Francia. Además, los juegos olímpicos en París están a la vuelta de la esquina. Hablemos, pues, de la Ciudad Luz.
Luego de cien años, los Juegos Olímpicos vuelven por tercera ocasión a la ciudad del amor. Y es que pocos lugares tienen una connotación tan romántica como París. Si no me creen, recuerden las últimas palabras con las que Rick Blane se despide de su amada al final de Casablanca: “Siempre nos quedará París”.
Pero si hablamos de frases célebres de París, a mí me gusta más la del rey Enrique IV. Este hombre heredó el trono de Francia luego de que Enrique III muriera. Iba a ser el primer Borbón en gobernar a los franceses, pero había un pequeñísimo problema: era protestante.
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Los conflictos entre el catolicismo y el protestantismo habían desatado una guerra en Francia, por lo que Enrique IV no podía tomar la corona así como así. Al final, se cuenta que Enrique dijo “París bien vale una misa” y se convirtió al catolicismo para apaciguar los roces religiosos y recibir la corona. Muy pragmático (o maquiavélico).
Además de amor, los deportistas se encontrarán con otra maravilla parisina: la gastronomía. Hay de todo. Infaltable es probar el famoso croissant. Por su apariencia, pensarán tal vez que es un cuernito mexicano, pero al probarlo la masa hojaldre terminará de diferenciarlos. Los dos son exquisitos.
¿Conocen la diferencia? Les recomiendo visitar también un bistró. Estos lugares son pequeños restaurantes donde sirven café, quesos, bebidas alcohólicas y varios platillos a precios económicos. Originalmente era sencillos, populares y rápidos. Hoy, los precios están por los cielos. ¿Por qué ese nombre, bistro?
Durante las guerras napoleónicas, los soldados rusos ocuparon Francia. Se dice que, cuando llegaban a los restaurantes, solían gritar enojados “bystrá!, bystra!”, que significa rápido. De ahí, al parecer, surgió
el concepto para crear los restaurantes que hoy conocemos como bistró. ¿Será?
Y, por supuesto, si van a París no pueden hacerle el feo a la sopa de cebolla. Es uno de los platillos más emblemáticos de todo Francia. Su origen, como muchos otros platillos, es incierto. Hay quien lo ubica en los tiempos de la antigua Roma, otros con la Edad Media y unos cuantos, como el mismísimo Alexandre Dumas, con el suegro de Luis XV.
Según cuenta Dumas en su Diccionario de cocina, Stanislas Leszczynski, duque de Lorena y padre de la reina María, fue quien se topó con esta sopa en una posada de Champaña. Quedó tan fascinado con ella que fue hasta la cocina y prestó atención a su preparación para poder replicarla después. Estaba tan cautivado por su sabor y por su olor penetrante que terminó derramando lágrimas. Tratándose de cebolla, seguramente no fueron lágrimas de amor.
¡Atrévete a saber! Sapere aude!
@hzagal
(Héctor Zagal y Óscar Sakaguchi, coautores de este artículo, conducen el programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal” todos los miércoles a las 22:00 y los sábados a las 17:00 desde la Ciudad de México)