HÉCTOR ZAGAL

Pleitos de familia: el origen de los juegos olímpicos

La diferencia sustancial entre las competencias actuales y los celebrados en Grecia, es el fuerte contenido religioso de los de la antigüedad.

De acuerdo con Héctor Zagal, las olimpiadas actuales se diferencian de las de la antigua Grecia, por el alto componente religioso.
De acuerdo con Héctor Zagal, las olimpiadas actuales se diferencian de las de la antigua Grecia, por el alto componente religioso.Créditos: Foto: EFE
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Nuestros juegos olímpicos poco se parecen a los que practicaban los antiguos griegos. La diferencia sustancial es el fuerte contenido religioso de los juegos griegos. Los grandes premios eran el honor y la gloria de haber sido bendecido por Zeus con la victoria. Los atletas, además, practicaban la mayoría de las diciplinas desnudos; así mostraban la proporción y la armonía del cuerpo humano. Aunque eso sí, incluso si había mucho sol, no podían cubrirse con sombreros por tratarse de una ceremonia religiosa.  

Las primeras olimpiadas se registraron en el año 776 a. C. Es difícil asegurar si ya se practicaban anteriormente, pero sí había una leyenda que explica su origen.

Cuando Zeus se enfrentó a su padre el titán Cronos, lo hizo en el valle de Olimpia. De esa batalla salió victorioso el dios del rayo y, junto con sus demás hermanos, se hicieron del control de universo. A partir de entonces, se instauraron los juegos para conmemorar la victoria de Zeus.

Los griegos también contaban otra leyenda. Reinaba Enómao en Olimpia. Hipodamia, la hermosa hija del rey, era pretendida por multitud de príncipes. Enómano decretó que sólo se casaría con la princesa quien pudiese ganarle al rey en una carrera de cuadrigas. Los caballos y los carros del rey eran los más veloces de la Hélade. Si el rey alcanzaba al pretendiente, lo mataba con su lanza. Trece pretendientes lo intentaron, pero perecieron en el intento. Todos terminaron siendo atravesados por la lanza del rey.

El decimocuarto en intentarlo fue el joven Pélope, quien había sido instruido por su padre Tántalo y por el mismísimo Poseidón. Sin embargo, al final del día, la astucia fue la clave de su éxito.  Antes de comenzar la carrera, Pélope sobornó al auriga del rey. El cochero real saboteó el carro de su amo y, a la mitad de la carrera, una de las ruedas se zafó. El rey cayó y se rompió el cuello.

Una vez que Pélope reinó en Olimpia, ordenó que se celebraron juegos y ritos religiosos para recordar a su victoria. Vaya final…

¡Atrévete a saber! Sapere aude!

@hzagal

(Héctor Zagal y Óscar Sakaguchi, coautores de este artículo, conducen el programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal todos lo miércoles a las 22:00 y los sábados a las 17:00 en MVS 102.5 de FM)