En la historia hay personajes a los que ni sus hijos quieren celebrar. Herodes, por ejemplo, es uno de ellos. ¿Cómo es que estoy tan seguro? Fácil. Porque el tipo los mataba.
A Herodes se le suele recordar por ordenado la matanza de los santos inocentes, los niños de Belén. Sin embargo, esa es apenas la punta del iceberg de sus atrocidades. El rey de Judea tuvo quince hijos con alrededor de diez esposas diferentes. Miriamme es de más conocida, pues Herodes la acusó de adulterio y la mandó ejecutar. Los dos hijos que tuvo con ella, Alejandro y Aristóbulo, también sufrieron la misa suerte. ¿La razón? Herodes sospechaba que planeaban matarlo.
Cinco días antes de su muerte, volvió a sentenciar a otro de sus hijos, Antipater. A éste lo tiró a un pozo y luego, para asegurarse de que no sobreviviera, lo llenó de tierra. Evidentemente el resto de sus hijos le tenía más miedo que cariño. Ni hablar del pueblo de Judea, que lo aborrecía. Herodes sabía que nadie lloraría cuando él muriera, así que ideó un plan macabro.
Cuando agonizaba, capturó a los varones más eminentes de Judea y le pidió a su hermana Salomé que los asesinara cuando él muriese. Así al menos la gente tendría motivos para afligirse. Como Salomé seguramente tampoco lo quería, no le hizo caso y le perdonó a vida a los prisioneros.
¡Atrévete a saber! Sapere aude!
@hzagal
(Héctor Zagal y Óscar Sakaguchi, coautores de este artículo, conducen el programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal en MVS 102.5 FM).