OPINIÓN LETICIA GONZÁLEZ MONTES DE OCA

¡Bravo, Serrat!

Felicidades a ese que cuando canta, dice Sabina, le tiembla el corazón en la garganta.

Joan Manuel Serrat, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024
Joan Manuel Serrat, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024Créditos: EFE
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Hubo un tiempo en que visitábamos Barcelona cada año. Sé que era en abril porque coincidía con Sant Jordi, el día de las mesas de libros en las calles, las rosas y los dragones, las firmas de autores, los balcones de la Casa Batlló, de Gaudí, adornados con flores.
 
Allá en la ciudad condal descubrimos un nuevo mundo: un bar llamado Klavier, en la calle de Aragón. Los clientes eran vecinos del barrio en antesala de jubilación, con apellidos como Puig, Sanfeliú, Pujol. Grandes conversadores que nos recibieron con la calidez que propicia una noche sin prisas de cantos, tragos y risas.
 
Nos acomodaron en torno al piano de cola, las copas de cava en la cubierta, ceniceros -eran otros tiempos-, hombro con hombro como viejos amigos, casi unos sobre otros.

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Cierta noche de uno de esos viajes, recién entrar en la penumbra del local, alguno anunció: ¡que han llegado los mexicanos! Y el pianista de dedos largos y huesudos Joan Miró -como el pintor-, músico que en otra vida formó parte de un  grupo pionero del rock, se arrancó: Yo sé bien que estoy afuera… y el aforo entero, sin trono ni reina, coreó la canción.
 
Tal recibimiento me animó a hacerles una petición: estamos en su tierra, nada me haría más feliz que escucharlos cantar Paraules d’amor. De inmediato, como sabiéndose el indicado, se levantó de su banco de cuero rojo un señor alto y delgado y despeinado y guapo, de saco de gamuza color tabaco, que cantó con un sentimiento que desplazó a la algarabía. 
 
En la siguiente canción todos dejaron el alma, dando viva fe de haber nacido en el Mediterráneo, donde su niñez sigue jugando. Yo revivía a Serrat en un concierto en el Auditorio Nacional repleto, guitarra en brazos, con la pintura azul del balandrito de Sorolla llenando la pantalla a sus espaldas.

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Así empezaba una noche inolvidable, un mano a mano entre los poemas cantados, del catalán y de los nuestros: tus recuerdos son cada día más dulces – reloj no marques las horas – no hago otra cosa que pensar en ti – cuántas luces dejaste encendidas; tejiendo y destejiendo el vínculo ancestral, hasta que el sol, intransigente y celoso, nos obligó a marchar.

Ahora, años después de aquellas trasnochadas sagradas, el lugar aparece en la red cerrado para siempre. Todo pasa y todo queda.

En estos tiempos de escasez de buenas noticias, alegra saber que a Joan Manuel le han entregado el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024. Motivos sobraban.
 
Felicidades a ese que cuando canta, dice Sabina, le tiembla el corazón en la garganta.
 
Muchos cantares y andares más. Grande, el Serrat.