OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

El voto líquido: el agua

En México, 2 de cada 10 hogares no tiene acceso al agua en su vivienda y 3 de cada 10 viviendas a nivel nacional, no tienen agua potable diariamente.

La escasez hídrica, la sequía, el cambio climático y el desperdicio por fugas son parte de la crisis del agua que vivimos.
La escasez hídrica, la sequía, el cambio climático y el desperdicio por fugas son parte de la crisis del agua que vivimos. Créditos: Cuartoscuro
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Desde que iniciamos el año, un tema cada vez más cercano es la escasez de agua en nuestro país, aunque en realidad se trata de un tema global. Según la UNICEF cerca de dos terceras parte de la población mundial sufren del abasto y suministro de este líquido y para el 2025 será un problema para la mitad de quienes habitamos el planeta. Si lo enfocamos en nuestro país, 2 de cada 10 hogares no tiene acceso al agua en su vivienda y 3 de cada 10 viviendas a nivel nacional, no tienen agua potable diariamente. Es decir, el agua y su abasto es un reto en suministro, distribución, consumo, cuidado y derecho humano.

En estas últimas semanas comenzamos a saber sobre este problema de desabasto y mala higiene del agua en la ciudad de México, en barrios de una de las Alcaldías que según su exalcalde Santiago Taboada –­hoy candidato a la jefatura local– es la que mejor calidad de vida y desarrollo urbano presenta; pero en el contexto electoral, el problema hídrico toma relevancia en la contienda electoral, pues se ha convertido en una moneda de peso para las próximas votaciones del 2 de junio.

Esta crisis de sequía y mala calidad del agua en el país crea un escenario propicio para que los tres candidatos a la presidencia se pronuncien, donde la coincidencia se dirige en dos teman fundamentales: la sostenibilidad y la modernización legislativa para el manejo de infraestructura, reparación, suministro y mantenimiento al sistema federal del agua en todo el país. Los detalles están en los contratos, el manejo y administraciones locales y municipales que enredan, frenan o corrompen su servicio y ahora vivimos la calidad dudosa del agua que llega a nuestra casa.

En una realidad: la escasez hídrica, la sequía, el cambio climático y el desperdicio por fugas son parte de la crisis del agua que vivimos. Más allá del contexto electoral, los ciudadanos padecemos los efectos de esta situación alrededor del líquido y el Derecho ciudadano de su abasto, que en esta carencia promueve la corrupción, aumento de enfermedades gastrointestinales, carencia en el campo y los alimentos. Cada vez más agudo el problema en zonas urbanas y rurales, la agricultura y los sistemas de salubridad pública. Mientras las empresas como las refresqueras, la industria textilera y automotriz están concentrando los recursos del agua para su producción de sus productos, a un costo mayor para el consumo de la sociedad y el campo nacional.

En México, aún falta una cultura e infraestructura en dos direcciones: la recolección del agua pluvial en nuestras casas, en los barrios urbanos, en las zonas agrícolas y rurales. Destinar programas para crear espacios de captación y almacenamiento de agua de lluvia en edificios, casas, oficinas y empresas. Por otro lado, una infraestructura de reparación de fugas de agua que sea menos compleja y más eficiente y efectiva como ya ocurre en Israel, Londres, Alemania con sistema que detecta y repara sin zanjas, envía un sistema interno que inyecta un sellador sin tener que romper el concreto o plancha asfáltica. Para que ello se aplique en nuestro país, necesitamos romper la burocracia que el sistema de aguas tiene como mecanismo para otorgar a diversas empresas su mantenimiento. Es decir, se requiere quitarle la política líquida a la crisis hídrica en nuestro país, y tomar en serio un problema mundial que desdibuja otros problemas de consecuencias mayores. Ojalá que nuestros candidatos locales y federales legislen, definan estrategias y acciones por el bien social de nuestro país en un tema vital: el agua.

Abramos la discusión: @salmazan71