El humo morado

El humo morado que el cielo mexicano tiñó ayer en Paseo de la Reforma hasta el Zócalo durante ocho horas es apenas una señal de las muchas voces.

Marcha por el Día Internacional de la Mujer.
Marcha por el Día Internacional de la Mujer. Créditos: Cuartoscuro
Escrito en OPINIÓN el

Habitar un mundo desigual parece haber sido la condición de las mujeres en casi todo el planeta a lo largo de la historia que se extiende hasta el presente. Sus oportunidades de desarrollo, de crecimiento de vidas plenas sin inequidad ni violencia es una utopía que se desborda cuando ocupan el espacio público, porque la amenaza está latente, y con las crisis sanitarias es mucho más, ya no sólo es la calle insegura para ellas sino la escuela, el trabajo y la casa.

Siete de cada diez mujeres en nuestro país han sufrido algún tipo de violencia y cerca de la mitad la viven en su casa de forma sistemática y permanente.  Parece ser una condición de supervivencia en todos los estratos sociales, y a veces no depende de educación, de identidad cultural o marginación de servicios; es una violencia sistémica del patriarcado en que se han conformado las instituciones, definido los conceptos, roles y valores de la mujer y lo femenino.

Ayer las calles desbordadas, rebasadas por las mujeres con sus luchas, sus denuncias, sus expresiones desiguales de lo que las hace comunes: la inequidad y la violencia. Las feministas extremas llevan la batuta, dirigen y dan fuerza a las otras mujeres entusiastas y con las cicatrices históricas en su piel que según la ONU-MUJERES tendrán que pasar 300 años para que se alcance la equidad y la justicia en los rubros de salud, educación, empleo, seguridad vida sin violencia y participación política de las mujeres. Ayer estaban ahí para recordarnos a las sociedades del mundo que este esquema y sistema heteropatriarcal cuesta vida, marca serias y profundas brechas sociales, inequidad e injusticia. 

Los hombres y las instituciones, las fuerzas de producción económica y las políticas e ideologías del mundo radicalizan su miedo, su poder patriarcal, su decisión de ser ellos, los poderosos quienes definen la agenda, dónde y cómo es la presencia de las mujeres, invisibilizando, minimizando, acallando las luchas y demandas de las mujeres, marcando el retroceso a derechos básicos conquistados en poco más medio siglo de lucha feminista, como es la prohibición al aborto, la jornada de trabajo, el techo de cristal en el desarrollo personal y profesional y las oportunidades de crecimiento.

Cuartoscuro

El humo morado que el cielo mexicano tiñó ayer en Paseo de la Reforma hasta el Zócalo durante ocho horas es apenas una señal de las muchas voces, las mínimas presencias que reúnen las muchas demandas, evidencian lo injusto y complejo que es ser mujer en el mundo y el caso de nuestro país, cada vez más agudo con el regreso del conservadurismo de las instituciones, el silencio sistémico y la posibilidad de otra manera de relacionarse el Estado con las mujeres con el histórico momento de ser dos mujeres candidatas que desean llegar a dirigir las riendas del país. Algo puede cambiar en las dinámicas sociales femeninas.

Cuartoscuro

El humo morado debe permanecer en las agendas públicas, en las propuestas de las candidatas y candidato presidencial, en las casas, las escuelas, los espacios públicos para comenzar a reducir las enormes y profundas brechas de inequidad que son dolorosas en la vida personal, familiar, educativa, profesional.

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