En junio de 2022, una gran noticia irrumpió el mundo del espectáculo: Shakira y Gerard Piqué se separaban tras 11 años de matrimonio. Lo que al principio parecía un divorcio civilizado, se convirtió en un gran escándalo luego de que salieran a la luz las verdaderas causas del rompimiento. Sin embargo, Shakira utilizó esos momentos difíciles para contar su historia, una que resuena en el club de los corazones traicionados. Ante el acoso constante de los paparazzis, Shakira se mantuvo firme y resplandeciente, como un diamante bajo la presión de la tierra.
Shakira por fin regresó con su décimo segundo álbum de estudio “Las Mujeres Ya No Lloran”, en el cual, a través de 15 canciones, encuentra la fuerza para recuperarse tras los últimos dos años de acoso, sufrimiento y dolor; encontró en la música el pegamento para unir las piezas de su alma rota.
Aunque prácticamente ya conocíamos la mitad del disco, Shakira demuestra en la segunda parte del disco su versatilidad, más allá del éxito viral. Por más de 30 años, su sonido ha experimentado con varios géneros, pero siempre enfocado en el sentir de sus letras. Por ejemplo, en “(Entre Paréntesis)”, al lado de Grupo Frontera, recurre al acordeón dolido para acentuar el lamento de una relación aniquilada de forma abrupta, con el frío de un puñal y un beso compartido.
De igual forma, encontramos la honestidad e ingenio que hicieron destacar sus letras desde los noventa. En “Cómo Dónde y Cuándo”, escuchamos la Shakira alternativa, pero menos ciega y sordomuda. El amor ya ha pasado por este corazón, y no volverá a ser tonta por nadie. El momento, el lugar y el tiempo fueron perfectos… lástima por “el quién”. La madurez trajo consigo un mejor criterio de compañía.
Shakira cierra su proceso con la “Última”. Desnuda frente al piano, deja ir los últimos restos de amor; conserva las enseñanzas, ni buenas ni malas, de una época de su vida. Podrían existir mil remordimientos y reclamos, pero ni siquiera una lágrima los vale. Gracias por el tiempo, ahora queda seguir viviendo.
Afortunadamente, nunca estará sola. Sus hijos, Milan y Sasha, la acompañan en “Acróstico”, una balada de verdadero amor incondicional, aquel que te hace crecer y madurar. Aún ante los pequeños errores y tropiezos de la vida, el amor ayuda a superarlos; te fortalece. El dolor es necesario para valorar la calidez de un abrazo. Después de este gran proceso de duelo, Shakira le enseña a sus hijos que es mejor haber amado y perdido, que nunca haberlo sentido.
Aunque parezca un embrollo de géneros y sonidos, este disco mantiene una cohesión conceptual. Todas las canciones son la misma Shakira que, a lo largo de su carrera, ha cantado su corazón, ya sea en rock, pop, electrónica o reggaeton. Cada pista es una pequeña gema de catarsis, producto de (tal vez más de) dos años de duelo y dolor. Aprendió que las mujeres ya no lloran, porque pueden decidir cuándo, cómo y por quién hacerlo; siempre han tenido la fuerza y resiliencia para enfrentar con una sonrisa el golpe más duro de una sociedad juzgadora. Ahora les toca a los hombres llorar.