OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

Opulencias y tragedias de los banquetes

¿Se acuerdan que el domingo pasado platicamos de banquetes extravagantes? Hoy iremos a Francia para seguir comiendo.

Banquete en Francia.
Banquete en Francia.Créditos: Canva
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¿Se acuerdan que el domingo pasado platicamos de banquetes extravagantes? ¿Se les antojó el “Pegaso” al horno que se sirvió en una comilona al emperador Nerón?

Hoy iremos a Francia para seguir comiendo. Estamos a mediados del siglo XVII. Luis XIV ha alcanzado la mayoría de edad y toma el control efectivo de su reino. Nicolas Fouquet es el Superintentendente de Finanzas de Francia, nombrado antes de que el joven rey asumiese el gobierno del país. En agosto de 1661, Fouquet ofrece un banquete en honor del rey y, de paso, para presumir su nuevo castillo.

Fouquet contaba con un as bajo la manga para impresionar al monarca: hacía no mucho había contratado a un joven suizo que tenía un talento singular para cocinar. Se trataba de Francois Vatel. Vatel fue el maestro de ceremonias y se encargó de organizar el gran banquete para el rey. El evento, como se imaginarán, fue un opulento espectáculo.

Ochenta y cuatro violines interpretaron las obras del elogiado compositor Jean-Baptiste Lully e incluso se escenificó una obra que el propio Lully y Molière compusieron para la ocasión. Era como tener a Taylor Swift y Miley Cyrus para amenizar una cena…

Lo esencial, la comida, no se quedó atrás. Se prepararon más de ochenta mesas. Se sirvieron faisanes, codornices, perdices, entre otros manjares. Para la Familia Real, todo fue servido en vajillas de oro; los cortesanos, en vajilla de plata. Por lo menos no fueron de unicel…

Luis XIV se cuestionó cómo es que Fouquet tenía tantas riquezas para financiar un evento de ese calibre. Para no hacerles el cuento largo, Fouquet fue acusado un mes después por malversación de fondos y fue condenado a una reclusión perpetua en una fortaleza.

Pero la historia no acaba allí. Vatel creyó que el rey también lo buscaría a él para arrestarlo, de modo que huyó en cuanto pudo a Inglaterra. Lo que Vatel no sabía es que Luis XIV sí lo estaba buscando, pero no para arrestarlo sino para ofrecerle trabajo en su palacio de Versalles.

Por cierto, a Vatel se le atribuye la invención de la crema de Chantilly, cuando trabajaba para el príncipe Luis II de Condé, quien vivía, precisamente, en el Castillo de Chantilly. ¿No se les antoja unas fresas con chantilly para estos días de calor? Eso sí, asegúrense que la crema sea de verdad, nada de grasa vegetal. Recuerden, si no lleva colesterol, no sabe bien.

¡Atrévete a saber! Sapere aude!

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