La luna ilumina el cementerio este Día de Muertos. Voces brotan desde las tumbas. Se aparece una mensajera de paz, para acompañar a los penitentes que buscan redención. Se llama AURORA; dicen que viene de Noruega, o al menos en esta vida. Hoy vino con un mensaje y se irá cuando el amor haya inundado todo el recinto.
Aurora agradece a las más de 15 mil personas que decidieron acompañarla este dos de noviembre en el Palacio de los Deportes, su presentación más grande en lo que va de su carrera musical. Aurora sabe el valor de esta fecha, por lo que entrega su corazón a cada persona y alma que la acompaña; quizá en otro tiempo nació aquí, y por ello sus palabras conectan de manera tan profunda con el público mexicano.
“Si estás aquí porque también cargas con duelo dentro de ti, espero que sepas que eres más grande que tu duelo (...) Este sentimiento no se hace más pequeño, pero tú te haces más grande y es algo hermoso”, reflexiona Aurora antes de comenzar “Murder Song (5,4,3,2,1)”, una canción especial que canta con la potencia del grito de su alma. El público queda en silencio, atento al banshee blanco de cabello rubio frente a ellos. El aire es más ligero al final, como si en esa cuenta regresiva, se hubiera ido el dolor con el viento.
Pero esto es una celebración. Entre el duelo y la muerte, resplandece aún más fuerte el amor; persiste con la intensidad de su propia luz. Aurora, acompañada por sus dos coristas, le canta al amor en “Exist for Love”, el cual se materializa con al menos cinco compromisos matrimoniales. Las luces revolotean con los gritos de alegría de Aurora, la madrina espiritual de las nuevas parejas.
Firme en su compromiso con la vida, Aurora dedica “Runaway” a los niños que buscan un hogar seguro, mientras huyen de la guerra, ya sea en Palestina, Yemen, Sudán o incluso en México. Hace un llamado a quienes toman las decisiones para garantizar un techo a los que corren por sobrevivir.
Mientras tanto, Aurora abre las puertas de su Reinado (“Queendom”), en esta sucursal dentro de la Ciudad de México. El Día de Muertos también es una fiesta. Aurora invita a todos a celebrar nuestras diferencias y los cobija bajo la bandera de la inclusión. ¿Por qué odiar en vida si todos moriremos igual? Disfrutemos que aún podemos amar a quienes nos rodean. Y cuando todo termine, ese amor trascenderá fronteras, planos y vidas.
Las heridas ocultas (“Invisible Wounds”) no necesitan cura, son parte de nosotros. La pérdida de nuestros seres queridos siempre permanecerá como cicatrices en el corazón, pero también son muestra del gran amor que les tuvimos. Aurora desaparece tras el suspiro de sus últimas palabras de abrazo; quizá solo fue una aparición, un espíritu de luz que trajo paz y amor a las miles de almas que decidieron reunirse con ella en este Día de muertos tan especial.