En los edificios de los antiguos arcos de mercaderes –lado poniente de la simbólica e histórica plancha del zócalo– una enorme manta se despliega con la frase: “Claudia Sheinbaum, primera Presidenta de México” acompañada de un recuento de fotografías de ella desde su infancia hasta la campaña electoral. No sólo es una propaganda sino un testimonio de lo que estamos viviendo en la vida cultural, social y por supuesto, política del país. Es tiempo de las mujeres (sic).
No es poca cosa, más allá de la filiación política de cada ciudadano y ciudadana, el pasado 1° de octubre asistimos a un momento histórico en nuestro país, tras 200 años de nación independiente, llega la primera mujer para ser la dirigente del poder ejecutivo antecedida de 62 mandatarios, todos hombres desde 1824 hasta la actualidad, el caso de Claudia Sheinbaum expresa el cambio de paradigma y el reto a la cultura machista por comenzar a nombrar en femenino el poder, la legitimidad y la visibilización de la mujer en los espacios públicos tomando decisiones. Ése es quizá el primer reto que habremos de enfrentar en nuestra sociedad: romper el techo de cristal.
En este cambio que el mundo está experimentando con las voces de las mujeres en la toma de decisiones desde el sitio que había sido consagrado por los hombres, México y los mexicanos tenemos una Presidenta que revela la deuda histórica en materia política y de poder conseguida desde 1955 cuando en las urnas comenzó a contar el voto de ellas, pero tendrían que pasar casi 70 años para que fuera votada, elegida y ponerse la banda presidencial.
Te podría interesar
Es la Doctora Claudia Sheinbaum, a la que ponen la prueba los discursos patriarcales: “tiene que demostrar por qué ganó”; “es una ama de casa la que nos gobierna ahora”; “es el títere del presidente”… expresiones todas ellas que nos evidencian la condición desigual que impera en nuestra sociedad para las mujeres y los diversos grupos o sectores mexicanos de los hombres heterosexuales, del pensamiento machista que define y determina los espacios públicos donde se tolera y permite actuar a las mujeres. Hoy la presencia envestida de Presidenta de una mujer en nuestro país es el mayor reto a la cultura misógina sistémica, excluyente, discriminatoria.
En el campo de la situación política, el contexto y la realidad imperante la actual Presidenta, doctora, científica y mujer enfrenta retos que de forma sistémica, histórica e ideológica se han profundizado en el presente siglo XXI: desigualdad de género, social, cultural y económica. Además de la inseguridad, la violencia en todas sus expresiones, así como la enorme crisis derivada de la extensión de los grupos del crimen organizado que tienen al país hundido en esta condición de miedo.
Te podría interesar
Las consecuencias de nuestra realidad actual en el país se expresa también desde las mujeres: las madres buscadoras, los colectivos de feministas, las diputadas y senadoras en acciones afirmativas, las indígenas defensoras de las lenguas maternas y el campo, las intelectuales y científicas, las atletas sin apoyos del Estado… es decir, la Presidente no llegó sola, es consecuencia y resultado de largas y sinuosas luchas colectivas de ellas, de la construcción de un nuevo discurso con perspectiva de género que habla, mira y construye desde otras condiciones y también otras realidades que ya no pueden aplazarse.
Abramos la discusión: @salmazan71