Existe esperanza y belleza en cada persona que rodea nuestro barrio. Hay música en el murmullo de la gente; hay pasión en cada acción cotidiana que nos conecta con los demás. Vale la pena celebrar los colores y las sonrisas que visten nuestros días. Pues entre el caos de la globalidad, brilla la paz en nuestra cotidianidad.
Luego de 17 años de su último álbum, “La Radiolina”, Manu Chao nos trae “Viva Tu”, una compilación de 13 canciones que celebran la vida en comunidad y, al mismo tiempo, dan voz a las personas marginadas que siempre han dado inspiración y cobijo a Manu.
Durante esas casi dos décadas, Manu jamás permaneció en silencio. Como en “Vecinos En El Mar”, dejó libre su alma para buscar la paz que tanto anhela para él y sus hermanos. Frente a él se abre la puerta del océano, un gran camino que conecta países y continentes; tan inmenso para jamás volver, para ser libre, para encontrarnos nuevamente en uno.
“Esto no es progreso, es sólo suicidio colectivo”, recitan mujeres en “River Why”. El activismo de Manu sigue tan vivo como hace 30 años. Las arrugas le marcan la frente quemada de sol, pero sus manos y voz siguen quemando la guitarra con hambre de justicia. Manu reflexiona con calma las mismas mentiras que se han repetido una y otra vez. Un pequeño pitido lo rodea, como una llamada de alerta. ¿Cuánto falta para que por fin se destruya?
Manu es un ciudadano del mundo, encuentra la musicalidad en cada idioma y país que aprende y absorbe, ya sea un country en inglés (Heaven’s Bad Day), un bossanova portugués (Coraçao No Mar) o una chanson (Tom et Lola). De igual forma, Manu mantiene su mente abierta para impulsar nuevos talentos, como la francesa Laeti en “Tu Te Vas”. Ambos integran de forma tan sensual el francés y español, aunque la letra hable de un amor que se distancia.
En “São Paulo Motoboy”, Manu rinde un homenaje a los repartidores de las favelas brasileñas, aunque bien podrían ser de cualquier parte del mundo. Narra la tragedia y la añoranza de estos trabajadores precarizados que se juegan la vida todos los días. Manu encuentra un poco de brillo entre el cansancio, como los vidrios rotos de un faro tras un accidente, porque ellos jamás se detienen, no pueden. La moto es un avión, con destino directo al cielo.
Por último, en “Tantas Tierras”, Manu toma prestadas las palabras de Carina Díaz Moreno, integrante de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Famatina, en la provincia argentina de La Rioja: “Agua que mata la muerte no se compra con nada. No estamos solos. Acá estamos”. En esta sociedad capitalista, la libertad muchas veces está condicionada por el poder adquisitivo; sin embargo, el mismo sistema ha demostrado una y otra vez su propia fragilidad. Algún día va a caer, algún día lo tiraremos.
Manu Chao, ciudadano del mundo, juglar viajero y voz del marginal, jamás fue “desaparecido”. Sus letras del ya lejano “Clandestino”, siguen tan vigentes como el hambre que las inspiró. Pero no todo está perdido. En su música vive un hilo de esperanza, de amor y comunidad, como en las personas a quien les canta. Manu nos regala una mano solidaria dispuesta a seguir luchando juntos, por justicia, libertad y paz.